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Archivo Nacional de la Memoria, patrimonio de toda la sociedad

El Archivo Nacional de la Memoria guarda cientos de documentos referidos al quebrantamiento de derechos humanos en la Argentina: memorias sobre el terrorismo de Estado, experiencias de luchas y resistencias, militancias diversas, violencia institucional. Marcelo Castillo, Andrea Copani y Natalia Magrin nos cuentan cómo se preserva la memoria oral de nuestro pasado reciente.
lunes 25 de marzo de 2024
Archivo Nacional  de la Memoria, patrimonio de toda  la sociedad

¿Cuál es la importancia de preservar memorias? ¿Quiénes y para quiénes se narra lo acontecido? ¿Cómo dialoga la historia oral con la escrita? ¿Cómo se ponen en juego esos relatos en el presente? Cada persona que brinda su testimonio imprime un acto de memoria. Conocer las historias del pasado reciente aporta nuevos elementos para interpretar de qué manera las comunidades piensan y hacen uso de sus experiencias históricas. Además, le posibilitará a las generaciones futuras reflexionar, re interpretar y abrir nuevas preguntas sobre esa historia narrada y sus silencios.

Políticas de Memoria

El Archivo Nacional de la Memoria (ANM) es parte de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y funciona en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA). Si bien custodia documentos escritos, fotografías, objetos, material audiovisual y sonoro vinculados principalmente al período de la última dictadura cívico-militar (1976-1983), también reúne materiales sobre etapas anteriores y posteriores de la historia argentina: archivos sobre lo sucedido en Cromañón; documentación referida a historias de la diversidad sexual, de las comunidades afrodescendientes; testimonios de los sobrevivientes del bombardeo a Plaza de Mayo en 1955; registros documentales inéditos, folletos, volantes, informes, comunicados, partes de acciones, testimonios, proyectos, entrevistas, declaraciones y boletines elaborados por las más diversas organizaciones políticas y militares.

Relevar, conservar y difundir todas aquellas graves violaciones a los derechos humanos en las que está comprometido el Estado Argentino son algunas de las principales funciones de este archivo que se encuentra bajo la dirección de Marcelo Castillo. El ANM fue creado en 2003 como un eslabón más en el fortalecimiento de las políticas de memoria y derechos humanos que se implementaron en las últimas décadas.

“Los archivos tienen una triple función social: son memoria institucional para preservar las huellas de su propio accionar, constituyen una fuente para la investigación y el conocimiento del pasado reciente, y garantizan el ejercicio de derechos individuales y colectivos. En el caso del ANM somos un archivo que permite probar, recordar y respaldar políticas que tienen que ver con el tratamiento de delitos de lesa humanidad. Nuestro archivo no solamente es fuente para los investigadores e investigadoras, para los realizadores audiovisuales que quieran hacer su investigación a partir de nuestro acervo o para periodistas que consultan para sus tareas cotidianas, sino que también aportamos pruebas en los procesos de justicia de Argentina y otros países de la región. Gran cantidad de la documentación que preservamos ha sido clave como prueba en los juicios que investigan delitos de lesa humanidad en Argentina y en el extranjero, y como base para la gestión de políticas de reparación de las víctimas del terrorismo de Estado, es por eso que estamos tratando de democratizar y mejorar nuestra propia organización interna y los mecanismos de consulta hacia afuera en busca de una proyección de alcance federal e internacional”, cuentan desde el ANM.

Andrea Copani y Natalia Magrin se desempeñan como directoras de la áreas de Fondos Documentales y de Fondos Audiovisuales respectivamente. Ambas coinciden en que reconstruir y visibilizar las acciones, los mecanismos y las prácticas clandestinas llevadas adelante por el mismo Estado forma parte tanto de una política de Estado como de una política de archivo. “Es el propio Estado en democracia quien asume la responsabilidad de develar esas prácticas clandestinas”, afirman. “El Estado asume una responsabilidad en torno a develar aquello destinado a permanecer oculto. Eso implica para un familiar encontrarse con un documento que pueda nombrar algo sobre el secuestro de su ser querido, conocer el lugar donde permaneció secuestrado. Aparecen fotografías de registros policiales, un montón de dimensiones que forman parte de los usos, de los tratamientos y de las políticas de un archivo. Los archivos nos aportan pruebas pero también nos hablan de ese valor de verdad que ha intentado permanecer, no solo oculta, sino también negada. Para muchos familiares, además de los hechos judiciales, históricos y políticos, se juega mucho de subjetivo en los acervos y es muy importante en términos de la reparación simbólica que en cada caso va a ser distinta”.

¿Cuál es la importancia de rescatar determinadas historias, luchas y resistencias?
Andrea Copani: Pensamos los testimonios anudados a dos cuestiones: la memoria y la cuestión de los legados. En ese sentido, cuando pensamos en las generaciones futuras pensamos en qué van a hacer esas generaciones con eso que le ha sido dado para producir otras cosas. Eso nos marca la importancia de la heterogeneidad de colecciones y de voces.

El archivo oral

El Archivo Oral forma parte del acervo documental del ANM y está conformado por entrevistas organizadas en distintas colecciones temáticas. Entre los testimoniantes se destacan referentes de la cultura y de la lucha por la ampliación de derechos (por ejemplo, de la diversidad sexual y del pluralismo cultural), militantes políticos, integrantes de organismos de derechos humanos, sobrevivientes de centros clandestinos de detención, entre otros. Estas colecciones, que contienen más de 400 horas de entrevistas, buscan reflejar las experiencias y subjetividades de diferentes colectivos, comunidades y personas que fueron marcando huellas en nuestra historia. En el futuro serán objeto de estudio y la única oportunidad que tendrán las generaciones por venir de escuchar los tonos de voz, de observar las miradas, las gesticulaciones e interpretar los silencios de aquellas personas que fueron protagonistas de nuestro pasado reciente.

¿Cómo se construye un archivo oral? ¿Es una construcción colectiva?
Natalia Magrin: Es un archivo oral pero es audiovisual y ahí aparece un elemento que es importante que es quien registra, quién mira, que en definitiva termina componiendo la escena de entrevista. El recurso técnico no es solo un recurso técnico, interviene una estética, una mirada que forma parte de la situación de entrevista reconociendo que la cámara, cuando aparece, tiene efectos en el entrevistado. Hay trabajos previos a la entrevista que son muy importantes: el trabajo de investigación para formar una colección, para distinguir a quiénes se va a entrevistar; hay un trabajo en torno a quién va a dar testimonio en esa entrevista; hay un trabajo que está ligado a generar una transferencia, una situación de confianza entre el entrevistado o entrevistada y quién entrevista, sobre todo pensando en los tiempos que lleva armar un archivo oral, porque no es solo la entrevista, hay un trabajo previo que tiene que ver más con el orden de los sensible, con cada una de esas personas. Y luego hay un trabajo posterior, que no son cosas que se pongan en escena pero son fundamentales, como por ejemplo, dónde se van a guardar esas entrevistas o el nivel de consulta pública de los testimonios, que están atravesados por una cuestión ética. La persona sabe cuáles van a ser los usos y consiente que la institución use su testimonio para determinados fines de circulación.

¿Cómo se da ese proceso de incorporar a la historia nuevas voces o que no forman parte de las memorias dominantes?
Andrea Copani: La intención del ANM, de la política de Estado en cuanto a la política de archivo, se centra particularmente en producir contenidos heterogéneos sobre diferentes sujetos políticos que han sido atravesados por el terrorismo de Estado pero también que han sido protagonista de acciones de resistencia. Entonces la intención no es solo que se puedan encontrar testimonios de los sobrevivientes, de ex presos y presas políticas o familiares de detenidos-desaparecidos por cuestiones políticas, como Madres y Abuelas, sino también pensar en otras comunidades que han sido atravesadas por las lógicas represivas, incluso en otros períodos históricos. Por ejemplo, la comunidad afro, las memorias de la diversidad sexual, las memorias de la violencia institucional en democracia que forman parte del tejido de la memoria, no van desanudadas.

Los testimonios son valiosos para la construcción de la memoria histórica pero también un importante material probatorio en las causas por delitos de lesa humanidad. En un mundo donde la palabra escrita es la “legitimada”, ¿qué lugar ocupa la historia oral?
Natalia Magrin: Hay cuestiones que tienen que ver con el testimonio en términos de la escucha. Lo que cada persona narra en esas entrevistas tiene un status de verdad, una verdad subjetiva, una verdad social, una verdad histórica que es diferente a la escucha de la instancia jurídica. Los relatos orales no son lo mismo que testimoniar en la instancia de un juicio de lesa humanidad, el registro es otro. Los testimonios del Nunca Más ayudan a encarcelar pero además los protagonistas de alrededor también quieren contar sus historias. Nosotros tenemos otras intenciones dentro de la política de Estado que es resguardar los testimonios de diversas personas, una heterogeneidad de voces. Más que centrarnos en la disputa entre la escritura y la oralidad pensamos los lazos entre la escritura y la oralidad, cómo se pueden entramar, cómo un documento escrito nos permite pensar en unos marcos o contextos de lo testimoniado por la persona. Y al mismo tiempo ese testimonio permite promover la escritura, cuestionarla, debatirla, encontrar otros sentidos en los márgenes del testimonio escrito. Intentar leer lo que no está escrito.

Memoria es futuro. Archivos en crecimiento

“Somos un archivo del Estado y lo que tenemos es patrimonio de toda la sociedad. Y por eso, memoria es futuro, porque de lo que tengamos dentro de nuestro acervo van a depender las políticas públicas que podamos llevar adelante, preservar esas huellas de nuestro pasado reciente para que después las generaciones futuras lo conozcan, lo trabajen, lo reflexionen. En ese sentido nos parece insistir en la cuestión que el archivo no es un espacio oscuro ni hostil, sino que es un espacio en movimiento que además sirve para sostener y garantizar políticas públicas en torno a derechos humanos que nos atañen a todes como sociedad, por eso es fundamental que sean atendidas, que tenga difusión, anclaje en todo el país y también proyección hacia afuera”, afirma Andrea Copani.

La Campaña “Memoria es futuro”, lanzada originalmente en el año 2013 con motivo de los 10 años del ANM, es una iniciativa de alcance federal que invita a aquellas personas que cuenten con documentos en diversos soportes (fotografías, materiales audiovisuales, objetos, cartas, etc.) vinculados al quebrantamiento de derechos por parte del Estado argentino, a acercarlos al ANM para su conservación, ordenamiento archivístico y digitalización. Los documentos serán incorporados al patrimonio documental de la sociedad argentina, preservados y ofrecidos para la consulta de toda la comunidad.

Cultura.gob.ar

 

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