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Martha Argerich: 80 años de música

domingo 13 de junio de 2021
Martha Argerich: 80 años de música
Dom_argerich
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Para celebrar su octogésimo cumpleaños, repasamos algunos momentos de la carrera musical de una de las artistas más prestigiosas de la Argentina y del exterior: sus comienzos como niña prodigio, los viajes, el éxito, la búsqueda de nuevos talentos y la difusión de la música clásica por todo el mundo. Además, Alan Kwiek, uno de los jóvenes pianistas más prometedores y gran conocedor de la obra de Argerich, nos cuenta más sobre aquello tan especial que ofrece y distingue a la gran pianista argentina.



A sus cinco años, ya había comenzado con las primeras clases de piano, junto al maestro Vincenzo Scaramuzza, quien quedó asombrado por la destreza que la pequeña ya demostraba frente a las teclas. No pasó mucho tiempo para que se presentara por primera vez en público. A partir de allí, entre partituras, notas y melodías, se abrió camino como una de las mejores intérpretes no solo de la Argentina, sino también del exterior. Hoy, para celebrar su octogésimo cumpleaños, homenajeamos a la gran pianista argentina Martha Argerich.

Nació el 5 de junio de 1941, en Buenos Aires. A los catorce años, en 1955, viajó a Europa para continuar sus estudios musicales: lo hizo en Inglaterra, Austria y Suiza. Solo dos años después, ganó las competencias de piano de Bolzano y Ginebra y, en 1965, el Chopin Internacional de Varsovia. Fue durante esta época que el nombre de Martha Argerich se hizo escuchar en los círculos más destacados y prestigiosos de la música europea. A propósito de aquel viaje que la ayudó a perfeccionarse y a iniciar su trayectoria musical, la pianista argentina recordó el encuentro que tuvo con el entonces presidente, Juan Domingo Perón:

“Yo tenía un poco más de 12 años, había tocado en el Teatro Colón y Perón me había dado una cita en la residencia presidencial. Mamá preguntó si podía acompañarme y le dijeron que sí, por supuesto. Yo no era muy peronista; me acuerdo de que siempre estaba pegando por todos lados papelitos que decían “Balbín-Frondizi”. Fue muy agradable, él era muy encantador, era simpatiquísimo y entendía mucho a la gente, tenía mucha empatía. En cierto momento mi mamá le dijo: ‘Estaría bien si Marthita fuera a tocar para el concierto de la Unión de Estudiantes Secundarios, la UES’. Él me miró y vio que yo puse cara de que no quería. Entonces por debajo de la mesa me hizo ‘no’ con un gesto y a mi mamá le dijo: ‘Claro, por supuesto, señora’. Se dio cuenta de que yo no quería”.

Y agregó: “Después me preguntó: ‘¿Dónde querés ir, ñatita?’. Entonces le dije que quería ir a Viena. A partir de ahí, la joven pianista no dejó de vivir la música. Sobre todo, como dicen desde el Teatro Colón, “la virtuosa literatura pianística de los siglos XIX y XX”. Pero su repertorio incluye mucho más: están presentes compositores como Bach, Bartok, Beethoven, Messiaen, Chopin, Schumann, Liszt, Debussy, Ravel, Franck, Prokofiev, Stravinski, Shostakovitch y Tchaikovsky.

Desde aquel magnífico Teatro de Buenos Aires, expresaron que “aunque a Martha Argerich la invitan permanentemente las orquestas, directores y festivales de música más prestigiosos de Europa, Japón, Estados Unidos e Israel (con Zubin Mehta y Lahav Shani), la música de cámara es una parte importante de su vida musical. Ella toca y graba regularmente con Nelson Freire, Alexandre Rabinovitch, Mischa Maisky, Gidon Kremer y Daniel Barenboim”. Al respecto, la propia pianista comentó: “Esta armonía dentro de un grupo de personas me da un sentimiento fuerte y pacífico”.

Y no todo fue interpretación en vivo. Argerich también grabó para los sellos EMI, Sony, Philips, Teldec y DGG innumerables discografías; realizó diversas actuaciones para la televisión de todo el mundo y, desde 1998, llevó adelante la dirección artística del Festival Beppu en Japón. Un año después, creó el Concurso Internacional de Piano, el Festival Martha Argerich en Buenos Aires y, en 2002, el Proyecto Martha Argerich en Lugano. El mundo no dejó de reconocerla: premio Konex de Platino, a la mejor pianista de la historia (1989). Premio Konex de Brillante a la personalidad más destacada de la música clásica de la década (1989-1998); Premio Asociación Japonesa de las Artes; ganó tres premios Grammy (2000, 2005 y 2006); Premio Kennedy, otorgado por el presidente de Estados Unidos Barack Obama (2016); Orden al Mérito de la República Italiana en grado de Comendador (2018), entre tantos otros.


Música en clave japonesa


Beppu es una de las islas que conforman el archipiélago de Japón. Esta ciudad, ubicada al sur del país nipón, lleva adelante desde hace más de 20 años el Festival Argerich’s Meeting Point (El punto de encuentro de Argerich), con programación exclusivamente destinada a la música clásica. “Martha Argerich es un milagro económico y cultural para Festival Argerich’s Meeting Point”, compartió la pianista japonesa y amiga de Martha, Kyoko Ito, quien además es la actual vicepresidenta de la Fundación que lleva su nombre, desde hace cuarenta años.

“La relación de Argerich con esta ciudad se remonta a 1994, cuando bajo la petición de su buena amiga Ito, aceptó la propuesta del Gobierno de Beppu de establecer un festival de música allí, a pesar de las recomendaciones que le decían que debía celebrarlo en Tokio”, compartieron desde la Agencia EFE. Y destacaron: “En un país donde la expresión de los sentimientos queda relegada al ámbito privado, Argerich logra largas ovaciones e, incluso, la admiración imperial, (como ocurrió en mayo de 2018) en la Ópera Municipal de Tokio, en un concierto al que también asistió la emperatriz Michiko de Japón”. Por su parte, en esa oportunidad, su amiga Ito comentó: “Argerich ha abierto un nuevo mundo para la música en Japón”, considerando que el Festival en Beppu se configura como un punto de encuentro para artistas de toda Asia y proporciona “una educación artística y emocional a los japoneses”.

Argerich se fue del país cuando tenía 14 años y solo volvió esporádicamente. El francés fue la lengua que más dominó para acercarse a Europa, la tierra de muchos de los mejores compositores de occidente. En los últimos años, según Stéphanie Argerich (hija menor de la pianista), le atrae “acercarse a sus orígenes: hace unos años se puso a tocar tangos y está más en contacto con Latinoamérica, haciendo música o viajando. Dice que aquello es más divertido que Europa”.

Allí en Europa también tuvo a sus tres hijas: Lydia, la mayor y violinista, fruto de su unión con el director de orquesta chino-suizo, Chen Liang Sheng; Annie, hija del también director y violinista, Charles Dutoit, y Stephanie, la menor y cineasta, hija del pianista Stephen Kovacevich. Stephanie, en su ejercicio cinematográfico, presentó en el Festival de Cine de Roma su ópera prima: Bloody Daughter, en la que representa algunas de las facetas de la vida de su madre.

“Uno tiene la sensación de que la obra que ella está tocando se está componiendo en ese mismo momento, está casi siendo improvisada como si la obra se nos presentara de una forma nueva, revelando otro aspecto, otras sensaciones tanto para nosotros y seguramente para ella”.

Martha, la cazatalentos


Además de su inmensa carrera como pianista, Martha tiene una gran vocación por valorizar a los nuevos talentos musicales. Y este es el verdadero objetivo del Martha Argerich Presents Project, del cual la artista es la directora y que, junto a su equipo, trabajan con la intención de impulsar la realización de nuevas experiencias de la música, promover la cultura, dar espacio a compositores, proponer programas en los cuales se valorice la música culta y popular argentina; y, sobre todo, como dicen en algunas redes sociales del Proyecto, “ser una fuente útil para los jóvenes, ofreciéndoles la ocasión de crecimiento musical y visibilidad”. En este sentido, la pianista comparte la importancia fundamental de las becas y convocatorias para que más músicos, músicas e intérpretes tengan la posibilidad de mostrar su talento, formarse y desarrollar una carrera de manera profesional y calificada.

Mediante el Martha Argerich Present Project, artistas designados por la pianista y su equipo, hasta antes de la pandemia, fueron recorriendo distintas provincias de la Argentina y otras regiones del resto de América como embajadores del Proyecto. Realizaron talleres, conferencias, presentaciones de programas musicales y distintas audiciones para músicos y músicas, además, por supuesto, de brindar conciertos.

 

Martha Argerich por Alan Kwiek


El músico argentino Alan Kwiek, uno de los pianistas más cercanos a la Maestra Argerich —convocado por ella misma para presentarse en un concierto a dos pianos, en una de las ediciones del festival italiano Pietrasanta in Concerto— y de los más prometedores que debutó en el Teatro Colón apenas siendo un veinteañero, nos cuenta más sobre la importancia del legado que Argerich aún sigue construyendo en la música argentina y del mundo.

- En su opinión, ¿qué hizo que Martha Argerich sea Martha Argerich? ¿Qué la llevó a convertirse en una referente musical del país y del exterior?

- Creo que la posibilidad de expresar en palabras un fenómeno artístico de esa naturaleza es imposible. Justamente, lo inexplicable sea tal vez uno de los elementos que conforman el fenómeno Argerich: decir dominio técnico superlativo de su instrumento y la interpretación elocuente y viva en cada una de sus presentaciones públicas son, quizá, dos de las cosas fundamentales de su arte musical. Uno tiene la sensación de que la obra que ella está tocando se está componiendo en ese mismo momento, está casi siendo improvisada como si la obra se nos presentara de una forma nueva, revelando otro aspecto, otras sensaciones tanto para nosotros y seguramente para ella. Lo que da cuenta, además, de una grandísima modestia de parte del intérprete, en este caso de Martha, que lejos está de entregarse a una repetición exitosa de sí misma, sino que busca cada vez como el primer día en ese texto eterno y casi sagrado para nosotros, los músicos, la forma de profundizar y de reanimar esa lectura.

 

¿A lo largo de su carrera, los gustos e intereses de Argerich fueron cambiando a la hora de elegir su repertorio?

No creo que sus gustos hayan cambiado con los años. Sus afinidades y sus curiosidades musicales son amplisimas desde siempre. Ella me ha contado que cuando era muy chiquita le fascinaba un concierto para violín de Paganini. Ella tenía cinco años y estaba estudiando piano: eso habla que desde muy temprano tenía en claro cuáles eran sus gustos e intereses. Más allá de esos gustos personales que puede tener cada intérprete, hay razones extramusicales que de alguna manera influyen en cuál va a ser el repertorio de un pianista. Particularmente, sobre el repertorio de Martha remarcaría tres cosas: la versatilidad estilística que posee para la música del siglo XVII; su vastísimo repertorio de música de cámara que no es común en los pianistas solistas, y su interés por el repertorio musical que no es estrictamente académico. Hago hincapié en el repertorio de música de cámara (la música compartida con otros músicos), porque forma parte central en la vida musical de Argerich. Es más que una cuestión musical, es un modo de entender mejor algo de esta experiencia vital y, en Argerich, “experiencia vital y música” da la sensación que es una sola cosa.

 

En relación con sus interpretaciones en vivo, ¿qué se destaca más, más allá de la composición elegida?

Creo que lo más importante es el magnetismo de su presencia en escena. Más allá de lo musical, su presencia, lo que transmite con solo salir antes de llegar a producir un sonido musical. Después, una vez que empieza la música, hablando de algo más técnico, la variedad de los timbres, la enorme paleta de colores y su amplísimo rango dinámico que puede ir desde el pianissimo más íntimo al fortíssimo más extrovertido, siempre con una calidad en ambos extremos del rango sonoros sublimes que solo se pueden apreciar realmente en una sala de concierto en vivo. Otras cuestiones son lo directo que resulta su mensaje musical, lo actual que resulta una obra escrita hace 300 años; pero, bajo su atención más modesta y amorosa lectura, nos llega eso que se quiso expresar de una manera tan directa a través de Martha. Habitualmente en sus conciertos, se vive una experiencia artística que conmueve, realmente transforma el estado anímico de quien está escuchando.

 

A partir de Martha Argerich Present Project (MAPP), la pianista se mostró muy comprometida con los nuevos talentos ¿Qué se tiene en cuenta de los nuevos músicos que audicionan? ¿Cuáles son las características que no deben faltar para comenzar una carrera musical?

El interés por contribuir con las nuevas generaciones de músicos es, en realidad, muy anterior al MAPP. Esta fue una de las tantas acciones que llegaron a buen puerto en pos de los jóvenes talentos, en realidad desde la década de los setenta hay registros de varias actividades que dan cuenta de este otro aporte de Martha al mundo musical. En cuanto a qué se tiene en cuenta en los músicos que audicionan, no creo que se busque algo fijo en todas las audiciones. Tiene mucho que ver, directamente, con lo que se da entre el que audiciona y el que escucha, y dependerá mucho qué propósito tiene cada audición.

 

Para quienes todavía no tuvieron el gusto de escuchar algunas de sus interpretaciones, ¿por dónde empezar y qué tener en cuenta para disfrutarlas más?

Yo empezaría por Bach, su lectura es fascinante y actual, sin desvirtuar un ápice de aquello que originalmente fue puesto en la partitura. Luego, seguir por Schumann y Chopin, que son dos de sus amores históricos. Y, finalmente, terminaría en Prokofiev, si es por nombrar, al menos, a cuatro compositores y tres épocas distintas: Barroco, Romanticismo y siglo XX.

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