viernes 19 de abril de 2024
12.9ºc Comodoro Rivadavia

Teo eterno

lunes 22 de febrero de 2021
Teo eterno
TEO1
TEO1

Lola Morón, Mauro Esains, Mariano Huberty, Mariela Garolini, Irina Svoboda, Alberto Barría, Daniela Zamit, David Muñoz y Pepe Pugni, comparten sus recuerdos, memorias y esa parte de Teo que se queda con nosotros para siempre.



(Por Flor Nieto) El 31 de enero Teo partió hacia el infinito y dejó un legado tan extraordinario como necesario. Nació en Esquel en 1931, en 1932 llegó a Comodoro con su familia y en 1986 empezó su famoso archivo. “Desde hace décadas, en forma anónima y silenciosa, Teodoro Nürnberg ha rescatado, catalogado y archivado miles de fotografías que guardan la identidad de Comodoro Rivadavia y Chubut” escribió la Revista Ñ. Fotógrafo, maestro, pionero, inspiración y motor. Hoy, Lola Morón, Mauro Esains, Mariano Huberty, Mariela Garolini, Irina Svoboda, Alberto Barría, Daniela Zamit, David Muñoz y Pepe Pugni, comparten sus recuerdos, memorias y esa parte de Teo que se queda con nosotros para siempre.

LOLA MORÓN

El primer encuentro: Teo siempre recordaba y comentaba nuestro primer encuentro allá por el 98 cuando me acerqué a pedirle que revelará un rollo blanco y negro. Él identificó inmediatamente posibilidades de mejora. Así se convirtió en mi maestro y amigo. Allí comenzó un largo camino compartido. Innumerables salidas fotográficas, participación en cursos con grandes maestros, asistencia al Festival de la Luz, miles de kilómetros llevando nuestras muestras a distintas localidades, otros tantos proyectos que quedaron trucos. Pues Teo con sus 89 años seguía planeando y proyectando. Siempre dispuesto a nuevas aventuras, me acompañó a Camarones cuando Ana Tronfi me solicitó cubrir el eclipse, y fuimos tapa de La Nación. Luego de realizar un taller con Eduardo Longoni en el Festival de la Luz, elaboramos un Ensayo Fotográfico sobre la vecina localidad de Facundo.

Memoria divino tesoro: Hoy Facebook me recordó que hace 7 años inaugurábamos la muestra “Comodoro” en el Centro Cultural de Rawson. Llevarla a otras ciudades nos daba una sensación de orgullo. En la presentación de nuestra muestra “Bajamar”, recuerdo sus palabras: “Ingresar al paisaje es ingresar a un Templo, algo sagrado”. Fue muy divertido cuando llevamos “Comodoro” al Museo de Arte de Puerto Madryn en el marco de la Noche de los Museos. La Secretaría de Cultura organizó una recorrida por varios museos, centros de exposición y centros culturales en un colectivo, el cierre del recorrido sería la inauguración de nuestra muestra. Nos unimos al grupo de interesados e hicimos todo el recorrido con los demás espectadores. Y solo al final todo el público se sorprendió al saber que éramos expositores. Fue muy emotivo.

Para siempre: Hoy leo tantas bellas palabras escritas por los amigos y me quedo sin palabras. Si hay algo que puedo señalar como aprendizaje para la vida, es su disposición a seguir aprendiendo siempre, a leer, investigar, buscar, y compartirlo generosamente. Solo tengo agradecimiento y una honda tristeza.

 

MARIANO HUBERTY

El primer encuentro: Conocí a Teo hace algunos años ya cuando se estaba confirmando AFOCO, la Asociación de Fotógrafos de Comodoro. Sabía quién era pero no lo conocía personalmente. Todos hablaban de él en el ambiente. En un juzgamiento de un concurso interno de la asociación Teo dio su opinión sobre una fotos que tenía como tema “El Mar” y dijo que no calificaba y expuso sus razones; un rato después me pidieron mi opinión al respecto y expuse respetuosamente que no estaba de acuerdo con esos argumentos. Al terminar la reunión Teo se acercó y me dijo algo como: “Sabés que me quedé pensando en lo que dijiste, no lo había pensado así”. Y la verdad es que me impresionó que tuviera ese gesto de humildad siendo quien era. Esa fue mi primera charla con él.



Memoria divino tesoro: Atesoro los momentos cotidianos, las charlas sobre fotografía y planes futuros - Teo siempre hablaba del año que viene o del curso que viene o la exposición que estaba organizando- pero más que nada las pequeñas cosas como merendar juntos o hablar de la vida y compartir. Aprendí de él su forma de ver la fotografía como un espacio para compartir. A enseñar, más que como un profesor, como un amigo que comparte lo que aprendió de otros. A hacer de su casa un lugar abierto para encontrarse con otros con los mismos Intereses y ganas. Aprendí de su generosidad.

Para siempre: Teo era un amigo para mí, un amigo joven en un cuerpo de alguien que ya vivió toda una vida. Nos preocupábamos el uno del otro y creo que sin dudas los dos nos cambiamos el uno al otro como fotógrafos y como personas al mismo tiempo. Su humildad para consultarme cosas y darme el honor de pedirme que le enseñe cosas o apoyarse en mí a pesar de su experiencia enorme es algo gratificante. Teo estaba rodeado de gente que lo quería y él me dio el enorme honor de llamarme su amigo. Lo voy a extrañar. Lo bueno de Teo es que no estábamos de acuerdo en nuestros gustos en fotografía completamente, de hecho discrepamos siempre en muchas cosas incluso sobre qué y cómo enseñar pero de alguna forma coincidimos siempre en un lugar que era común y nos conectó sin demasiadas palabras desde el principio. Así era Teo, capaz de escuchar, observar y aprender sin parar. Siempre curioso y humilde. Hay mucho que decir del Teo de todos los días más allá de su rol como figura pública del ambiente fotográfico.

MAURO ESAINS

El primer encuentro: A Teo lo conocí en una muestra a principio del año 96. Hacía un mes que había llegado a Comodoro y fui a ver una exposición de un grupo de fotógrafos que se llamaba “5:6”, que eran Teo, Alberto Roura, Pini Rafaelle y Ricardo Freyre y me encantó. Recuerdo esa muestra como un impulso para meterme en la fotografía.



Memoria divino tesoro: Tengo muchos recuerdos con Teo. Siempre eran charlas re largas por lo general de música. Él siempre me avisaba cuando me descargaba algún disco de Flamenco o de Jazz. Esa era la excusa para juntarnos y mientras lo escuchábamos terminábamos hablando de arte o de comida, cosa rara, teníamos pocas charlas de fotografía. Un recuerdo lindo, fue que durante el embarazo de mi señora Teo me fue diciendo cómo sacar las fotos en el parto, todo un curso. La última semana me da un rollo de 800 asas y me dice: “Te espero la semana que viene así lo revelamos”. Resulta que todo lo que me dijo en el momento del parto me lo olvidé y no me acorde de nada. Es más, me olvidé la cámara en el piso y lo peor, no sabía como contarle que no pude hacer nada de todo lo que me había enseñado. La única foto está sacada por la partera que vio la cámara y sacó una foto.

Para siempre: Algo que siempre admiré de Teo fue su constante curiosidad, su pasión y su eterna juventud. Él era el que le pasaba grupos de música a mi nena de 14 años. Pero una cosa que admiré mucho fue su humildad. Teo fue un grande de verdad, él podía hacer un retrato increíble o un paisaje fabuloso y no necesitaba un súper equipo. Esa sencillez es la que se logra cuando ya diste la vuelta, es como el que pinta minimalismo pero después de haber pintado figura humana a la perfección. Ahí es cuando la autenticidad se siente en cada trazo, en cada foto. Con respecto a lo que me dejó, no sé, creo que fui uno de sus alumnos más duros, siempre me decía que tenía el diseño demasiado metido en la cabeza y que siempre priorizaba las reglas como si fueran para un folleto. Pobre Teo también era muy paciente.

IRINA SVOBODA

Conocí a Teo una tarde de domingo en la casa de mis suegros. La afinidad se dio, no solo por ser parte de la familia, es el tío de mi compañero, sino también porque ese día estaba con sus fotos encima. Pegamos onda al instante; las imágenes nos interpelaban de la misma manera. A partir de ese primer encuentro, compartimos un montón. Teo me dio la posibilidad de acceder a un mundo, uno diferente, uno que podría definir como fotográfico. Yo le ofrecí otro repertorio visual, otra idea de espacio. Hoy Teo ya no está, pero su mundo analógico, ese que me compartió tan humildemente, me acompaña en 35mm.

 

ALBERTO BARRIA
El primer encuentro: Si mal no recuerdo a Teo, me lo presentó mi viejo cuando trabaja en Foto San Martín, tendría 18 años, lo recuerdo bien, una persona tranquila de pocas palabras y especialmente sabía escuchar. Con el paso de los años comienzo a trabajar en Foto San Martín, año 1996, la fotografía se disfrutaba, revelar, copiar, eventos, egresos. Todo pasaba por las casas de fotografía, y Teo tenía su laboratorio, primero en Don José Hogar y luego su local en calle Alem, Expocolor. La era digital marcó un cambio rotundo en la fotografía tradicional (película, revelado, copias en papel), poco a poco las casas de fotografía de la ciudad comenzaron a cerrar sus locales, y van quedando pocas. Hoy se puede ver que ese esplendor fotográfico se desvaneció. Teo ya no tiene su local fotográfico, las incertidumbres económicas y la tecnología cambian el mercado. Teo siguió dando cursos de fotografía, y laboratorio manual (el cuarto oscuro), su arte sigue intacto y sobre todo contagiando a muchos.

Memoria divino tesoro: Retomo el contacto cuando formamos AFOCO (Asociación de Fotógrafos de Comodoro), a Teo siempre le gustaron los grupos de amigos que se juntaban a disfrutar del arte y también de pasar un buen rato. Organizamos concurso de socios, clases de fotografía, salidas fotográficas, varias muestras de los integrantes, y él siempre acompañando, brindando su hogar, para lo que se necesite, reuniones, charlas, armado de muestras, etc. , pero siempre eso que note la primera vez que lo conocí, tranquilo, escuchando todo lo que se hablaba, digiriendo, y para dar esa opinión que nos silenciaba, palabras correctas en el momento justo. “Tenes razón Teo, es la voz de la experiencia: “ Esto yo ya lo viví, no resultó”, “Sería mejor este camino” etc. Creo que todos los que tuvimos contacto, coincidiremos en esa virtud de Teo, tranquilidad, tan necesaria ¿No?, paraba la pelota.

Para siempre: Pasó AFOCO, pero él siguió, siempre. Armaba su exposición, un nuevo grupo de gente que se acercaba y él asesoraba, los amigos de siempre que lo llevaban de salida fotográfica. Siguió dando clases de fotografía, y con la era digital se adaptó como ninguno. La computadora fue una herramienta más para utilizar, te mostraba: “Mirá el archivo de Comodoro”, gran tesoro que dejo para todos, “Mirá estas fotos que hice con mi Canon”, “Escuchá este tema musical”, su otra pasión, o “Tengo este lente ¿Lo necesitás? Llévatelo después me lo traés”. Ese era Teo, una persona generosa, su casa abierta al que quisiera entrar, compartiendo su conocimiento, sabiduría, y preparado para aprender siempre.



MARIELA GAROLINI

El primer encuentro: A Teo primero lo conocí de nombre porque era El Fotógrafo de Comodoro Rivadavia. La fotografía siempre me gustó, me parecía una actividad muy misteriosa esto de poder atrapar un momento, un paisaje. Fue así que comencé hacer cursos en Comodoro Rivadavia, con muchas personas como yo, interesadas en la fotografía....y en unas de esas tantas capacitaciones, lo conocí a “Teito”, fuimos compañeros ya que el profe en ese momento era Gabriel Valansi. Al fin conocía al famoso Teo, y era mi compañero.

Memoria divino tesoro: El recuerdo que primero se me viene a la cabeza es su sonrisa, única. Para mí tenía una sonrisa pícara, cómplice, era como ver a un chico sonreír, te daba placer.

Para siempre: Somos egoístas y pensamos que nuestros seres queridos y personas como Teo siempre van a estar... Tal vez, si no hubiera existido el Covid Teo tenía unos años más de cuerda, pero nos embromó y se fue antes. Ya no se podrá pasar por la Alem como hacían muchos, a preguntar, saludar, comprar... pero Teo sin dudas va a estar siempre. Dejó lo que tenía que dejar.

DAVID MUÑOZ

El primer encuentro: A Teo lo conocí en una exposición de fotografía, alguien nos presentó en ese momento y conversamos un rato sobre fotografía y varias cosas.

Memoria divino Tesoro: Algo que recuerdo son las charlas de arte contemporáneo y fotografía que teníamos cada vez que nos encontrábamos. Pero muy lindo de recordar era entrar al laboratorio de blanco y negro que él tenía y charlar entre el olor a químicos, ampliadora y cubetas mientras revelábamos o copiábamos fotografías, algo mágico sucedía ahí.

Para siempre: De Teo se podía aprender todos los días, de música, de equipos fotográficos, de composición, de arte, de la vida, se podía charlar horas y siempre estaba contento y feliz de estar acompañado y charlando. Algo para destacar de Teo su técnica de blanco y negro analógico, tenía muy buen ojo para el copiado y revelado manual. Siempre que podía le reprochaba haber dejado el laboratorio, “Pero ya no da plata” me decía... muchos recuerdos con Teo, una gran persona.

PEPE PUGNI

El primer encuentro: Recuerdo con mucho cariño a Teo, como se puede recordar a los compañeritos de la primaria. Con ese mismo afecto, más allá de que no hayamos compartido la escuela. Lo conocí en 1988 en las primeras carreras de Carrovelismo en Rada Tilly donde yo le sacaba fotos de manera amateur a algunos amigos. Teo, junto con Pini Raffaele hacían coberturas profesionales, me acuerdo los chalecos rojos de Expocolor, el comercio fotográfico que tenía Teo en la calle Alem.



Memoria divino tesoro: Recuerdo el primer encuentro en su local justo a raíz de que estábamos compartiendo esas fotos en el carrovelismo, yo lo fui a ver e inmediatamente nos pusimos a hablar del concurso internacional de Nikon que se organizaba en Japón todos los años. Él me asesoró para participar porque había ojeado algunas fotitos mías y por supuesto yo sorprendido totalmente por el profesionalismo que demostraba y lo didáctico que era en su manera de hablar, siempre con una manera muy amistosa. A partir de ahí estuvimos relacionados por la música, porque ambos coincidíamos totalmente ahí sí en la base para la inspiración, que era totalmente musical. Me sorprendió la amplitud de su gusto musical y me sentí identificado porque a mí me pasaba lo mismo. Charlábamos de música y no de fotografía -risas-, me decían: “Estuviste con Teo ¿Qué van a hacer?” y yo “No, no, hablamos de música” a tal punto que en el 2005/2006 él comenzó a armarme cds de música variada y cada uno tenía un género. Me los regalaba y yo en gratitud le daba algunos discos que compraba doble: uno para él y otro para mí. Todavía los conservo. En una oportunidad lo quise sorprender, algo muy difícil de hacer, pero como casualmente estaba en la disquería cuando llegaba el último de Enya, su favorito dentro de la música New Age. Se lo compré y le digo: “Teo a lo mejor te puedo sorprender con algo, acá tengo el último cd de Enya y es para vos”, me dice: “Ya lo tengo” -risas-. Sin ninguna gloria, natural, agaché la cabeza y aprendí que no lo iba a poder sorprender con nada. Inmediátamente me dice: “Y tengo el de la hermana también”. En La Argentina la única persona que sabía que Enya tenía una hermana y hacía música debió haber sido Teo -risas-. Eso siempre me causa gracia.

Para siempre: Más allá de la música que compartíamos como chicos que intercambian figuritas, a mí me quedó mucho el profesionalismo, cómo hacer de la fotografía un oficio. Ahora que está muy actual la palabra protocolo, podemos hacer una comparación, él ejercía la fotografía con todos los protocolos correspondientes para hacer un servicio fotográfico correctamente. Estaba en todos los detalles que dan una estética particular más allá del contenido. Eso, la manera de prestigiar el servicio desde el extremo del obrero que va a trabajar al otro de lucirse como profesional siendo la misma persona en el mismo oficio. Esto es lo que traduzco, lo que a mí me dio para tomar esa manera, esa forma que en Comodoro él la marcó así. En esta fila que estamos todos en la que Teo ya accedió y pasó, yo diría que podría ir viendo con qué música lo puedo sorprender pero casi seguro que él, cuando me toque a mí llegar a donde está, me va a sorprender con la música más maravillosa.

DANIELA ZAMIT

Teo era el primero en mi lista, fue el primer entrevistado en la revista Dom en su lanzamiento. Como editora le había propuesto crear una sección de fotos antiguas de Comodoro y aprovecharíamos la entrevista para contar cómo había armado su monumental archivo fotográfico. Me recibió en su estudio después de la siesta de un día de invierno. Conversamos largo y pausado, al ritmo del click del teclado que marcaba el paso de cada foto en nuestras retinas.

 



Su gato se paseaba entre las patas de la silla y nos acompañaba subido a la mesa. Cálido, abierto, generoso y reflexivo, Teo contestaba cada pregunta sin prisa: la llegada de Esquel cuando era muy pequeño, su primera cámara, descubrir que su papá había sido aficionado a la fotografía, su paso por el Foto Club Argentino, los trabajos con fotos sociales, hasta la salida del último domingo. Su voz parecía detener el tiempo, como en las fotos.

“¿Cuál es la que más te gusta de tu última salida?, pregunté, pero la entrevista ya se había transformado en diálogo, la libreta quedó a un lado, el grabador siguió funcionando solo por inercia. Ahora Teo también preguntaba: “Es esta ¿qué ves?”. Incluso ahora cuando cierro los ojos veo la fotografía sin dificultad.

En la pantalla apareció el farallón de Caleta Córdova coronado por un grupo de cormoranes. Los gaviotines alborotaban el cielo, volando alrededor en diferentes direcciones; se zambullían, salían del agua, se perseguían. Me sentí dentro de la imagen, lo sentí mágico.

Cuando con Julia Iglesias nos propusimos editar el libro de fotografías “Entre el cielo y el mar. Fotografías del golfo San Jorge”, Teo también fue el primero en nuestra lista. Le contamos la propuesta, lo invitamos a formar parte.

Dijo que sí enseguida, no tenía porqué confiar en nosotras y lo hizo; solo añadió que le gustaría que su amigo Alberto Roura también participe. Gracias al libro compartimos varios momentos más que atesoro.

“Tomar fotos en plena oscuridad”: esa era la consigna de un taller de fotografía en el que coincidimos y al que yo solo iba por los aspectos teóricos. Por no tener cámara en mano me convertí en modelo forzosa. Teo estaba sentado a mi lado y me tomó unos planos muy cerca; me sonrojé preocupada por lo que le haría el contraste de luz a las incipientes arrugas de mis 40. Dije algo bastante tonto sobre eso y él me sonrió. Me doblaba en edad, estaba lleno de energía, con deseos y proyectos. Otra vez Teo y el tiempo. Imaginé que tenía un súper poder para engañarlo, para detenerlo, sentí que Teo sería eterno. Ahora pienso que tenía razón.

Te puede interesar
Últimas noticias