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La ciudad vivió otra jornada playera

miércoles 03 de febrero de 2021
La ciudad vivió otra jornada playera

Pese al pronóstico acertado, en cuanto a un descenso en la marca térmica respecto a las temperaturas alcanzadas el lunes, ayer volvió a convertirse en un día de playa para numerosas familias que, pese a la brisa de mar, disfrutó del agua y de toda la costa comodorense.

Toda la costa, desde las playas frente al puesto Ramón Santos al sur, como hasta Caleta Córdova hacia el norte, se volvió a llenar de bañistas que sin tener en cuenta las recomendaciones de los propios guardavidas, sugiriendo no meterse al mar en los sectores no habilitados, disfrutaron tanto de tomar sol en la playa como de bracear unos metros entre las olas, pese a las cercanías -en Km. 3, Km. 5 y Restinga Alí- de los desagües cloacales que desembocan directamente en el mar.



Más allá del detalle, la costa volvió a transformarse en el paseo elegido para mitigar un poco el calor de la jornada a pesar de que la brisa del este -conocido popularmente como vientito de mar- bajó algunos grados la temperatura que de todas maneras se ubicó en los 30 grados.



Además de las playas, las plazas y paseos también fueron espacios elegidos para disfrutar la calurosa tarde, observándose que la Plaza del Viento, en Km. 4, va sumando preferencias para quienes se animan a la reposera bajo un árbol o a compartir unos mates, al menos entre los familiares más cercanos.


El perro “nadador” que despertó aplausos espontáneos en la costanera


Cientos y miles de personas se conglomeraron en las playas comodorenses y adyacentes pese a las advertencias de tomar las distancias necesarias. La costanera local no fue la excepción. Niños y adultos mojándose en las orillas y muchas otras en sus sombrillas y disfrutando jugos, mates y charlas animosas.



A eso de las 18:40 a 19 horas el termómetro marcaba 27 grados, más o menos. A la altura de la base de los guardavidas muchos empezaron a murmurar primero y decirlo en voz alta después: -¡Miren ese perro nadando tan lejos!... ¿Acaso perdió a su dueño y lo anda buscando mar adentro?” señalaban algunos sorprendidos, atónitos y muy preocupados por la suerte que pudiera correr el can que a unos 35 o 40 metros mar adentro, nadaba desde sur a norte, como viniendo desde la escollera del puerto. Algunos guardavidas que miraban el hocico con sus largavistas se levantaron de los asientos de sus reposeras y se acercaron un poco más a la orilla para seguir más de cerca los movimientos del cachorro que llegado a un determinado punto, optó por acercarse a la orilla.



Y así lo hizo, muy parsimoniosamente y ante la mirada ya de decenas de veraneantes que cuando lo vieron llegar al pedregullo y sacudirse, le brindaron un espontáneo y masivo aplauso. Salió como si nada, mostrando su pelaje bien cuidado tirando a marrón y dejando ver un collar de cuero verde en su cuello. Se dejó acariciar unos segundos y hasta les lamió las manos y enseguida partió corriendo por la orilla hacia el sur, besando la espuma de mar sus patas. Seguro buscaba a su amo, pero parece que no, que solo jugaba. A los 3 o 5 minutos apareció nuevamente por el puesto de guardavidas, volvió a dejarse acariciar, y de nuevo retomó veloz carrera hacia el sur.

Cuando desapareció, vaya a saber dónde, la mayoría seguía con sus despreocupaciones de la tarde veraniega de febrero. Otros se preparaban para regresar a sus hogares y algunos otros, con sus trajes de neopreno se aprestaban a bucear un rato, simplemente para seguir disfrutando la segunda tarde de verano del febrero que comienza.

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