El Camaruco “se reinventó en pandemia” y logró terminar el 2020 con nuevos egresados
Dentro de un año único, dentro de la extensa vida enseñando “siempre aprendiendo” y puesta en favor de formar bailarines “pero no solo para que puedan lucirse en un escenario”, María Juana Cereceda hizo un positivo balance de este 2020 que culmina porque “a pesar de la pandemia y sus consecuencias, nos reinventamos con el correr de los meses y logramos mantener la esperanza de niños, jóvenes y adultos dispuestos a mantener el esfuerzo por concluir una etapa importante de sus vidas”.
A pesar de todo y de un año que tenía programado realizar giras nacionales por varias provincias o aquellas otras internacionales, con fechas confirmadas de presentaciones en diversas ciudades de Chile, incluida isla de Pascua, México, Francia y España, la imposibilidad de salir de la ciudad y de compartir la danza que se enseña, se aprende y se atesora desde Comodoro Rivadavia, “nos pusimos a trabajar junto a los profesores para continuar y no solo pensando en nuestra escuela sino que, prioritariamente, pensamos en lo que le quedaba trunco a los alumnos -de cualquier edad, de cualquier ballet- y decidimos continuar con más o menos bailarines, pero permitiéndoles llegar a la meta que ellos mismos se habían propuesto”.
Junto a Nazareno y María Belén Valverdi, además de los otros profesores que se han formado en el mismo instituto, “apostamos a continuar, a enfrentar el desafío de terminar nuestras clases y de volver a lograr, como en años anteriores, que el fin de año pudiéramos disfrutar de la emoción de cada alumno y por ello nos reinventamos con clases por Zoom o presenciales con la cantidad de bailarines permitidos por metro cuadrado y así, con 10, 12 o 5 alumnos, fuimos transitando la pandemia sin dejar de pensar en el esfuerzo de cada bailarín”, señaló Cereceda.
De esta manera y aún con el dolor de pensar en pasajes que no pudieron utilizarse, con escenarios que no tuvieron la presencia de los reconocidos bailarines de El Camaruco, la escuela llegó a los exámenes finales y coronó el esfuerzo de cada alumno con sus diplomas, ganados quizás con más esfuerzo que en años anteriores, que acreditan a los nuevos profesores de danza folclórica o de tango, y que premian el esfuerzo personal de cada uno por continuar haciendo lo que aman.
