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María Sol Villalobos, arte en movimiento

lunes 18 de mayo de 2020
María Sol Villalobos, arte en movimiento
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Bailarina, coreógrafa y profesora de danza. Nació en Comodoro Rivadavia, vive en Buenos Aires. Allá, trabaja con Cazzu, la reina del trap, y con su proyecto, Mad Ideas, teloneó a Daddy Yankee y a Ozuna. Todo, mientras estudia psicología.



(Por Flor Nieto) De chica, muy chica, Sol ya armaba sus shows. Se disfrazaba e imaginaba el escenario, escuchaba la música y empezaba. A los seis años empezó Jazz y Árabe. El resto continuó en Capital Federal. Se mudó para estudiar Psicología en la Universidad Nacional de Buenos Aires y en paralelo empezó la carrera Puesta Coreográfica en la Academia de Reina Reech. “Nunca dije: “Bueno, voy a Buenos Aires, yo quiero ser bailarina y la voy a romper. Vine a estudiar psicología, para mí iba a ser psicóloga pero no iba a abandonar la danza y en el medio pasaron cosas” cuenta. Sol es la coreógrafa de Cazzu, mejor conocida como la jefa del trap, y con su visión Mad Ideas teloneó a Daddy Yankee y a Ozuna en su última visita al país.

-Decís que no tenías la idea de ser bailarina ¿Por qué?

-Mi idea era estudiar Psicología, empecé la otra carrera más por un hobby pero después me di cuenta que no, que había que estudiar todos los días. Hacía la carrera de danza a la mañana y la otra a la noche. Sin querer queriendo terminé así. En danza yo no era la mejor, estaba muy dividida mi persona con esto de sacarme un chip y meterme otro pero me encantaba. Sentía que mi cuerpo hablaba a partir de las teorías que iba aprendiendo. En clase no era la mejor, nunca fui la de mejor cuerpo... viste esos mambos con el cuerpo y la danza también siempre están presentes, la comparación, pensar en el trabajo que era competitivo, ver sectores de la danza que emocionalmente no estaban tan buenos y esto de no sentirme capaz. Decía: “Ok, no soy la mejor acá” pero seguí siempre porque me gustaba. Así terminé la carrera, no tenía muy buenas notas pero lo que sí tenía era creatividad.

Yo me fui a Los Ángeles dos veces, en el 2016 y 2018, a tomar clases porque veía que algunos viajaban y sacaban muchísima info. Allá estaba la posta urbana y acá estaba creciendo. Siempre me veía dividida con la psicología. La desconfianza, la competitividad en el ambiente, por eso no quería ser bailarina. Para la tesis de la Academia de Reina Reech había que hacer una obra basada en una película o en un libro y presentarla en un teatro. Yo elegí “La vida es bella”. Justo estaba cursando Psicopatología en la Facultad mientras hacía esa tesis y todo lo aprendido lo apliqué y fue una bomba. Me saqué un diez y apuntaba a eso porque lo di todísimo todo el año, tres veces por semana ensayando. Y ahí dije: “Ok. Acá está lo mío, la creatividad” y apuntar a ser una buena coreógrafa en ese momento, no tanto bailarina, pero lo que hacía seguía siendo raro.

-¿Por qué raro?

-Se fueron desarrollando las técnicas urbanas más allá del contemporáneo o el clásico. La libertad fue ganando espacio. Todavía venía el Hip Hop medio ortodoxo hasta que arrancaron las fusiones. Yo hacía técnicas urbanas pero todo el tiempo le quería agregar un concepto, estudiaba tanto el tema del lenguaje, la palabra es muy importante para mí, hacía coreos medio raras con un principio, desarrollo y un final, una historia. En las clases decía: “Bueno, hoy vamos a trabajar la identidad a partir de una coreo”, los movimientos y los pasos los fusioné con el teatro. Pasos actuados, bailados, dentro de la onda urbana.

Siempre seguí por ese camino pero al no ser meramente comercial siempre cuesta más. Siempre tuve en cuenta las tendencias pero siempre proponiendo estas cosas que la psicología me estaba dando.

-¿Cómo se crea una coreo? ¿Cómo es el proceso?

-Cada uno tiene un proceso distinto. Algunos empiezan por la música, otros por la idea. Yo creo que el punto disparador de la inspiración es siempre divergente. A veces escucho un tema y digo: “Wow” o por ejemplo ahora que veo el mate rosa y digo: “Fa”, me hace acordar a algo y tengo que hacer una coreo con eso. Lo que hago es situarme mentalmente en un espacio, hacia dónde me transmite la música. La música siempre es la mayor inspiración. En el caso de la obra que hice fue al revés, ya tenía la película, tenía que dividir el cuadro y era bueno: “¿Qué me da ese cuadro?” y me la pasé buscando música que transmita la emoción o que transportara. Después, siempre la música es la inspiración y empiezo a moverme, ver hacia dónde me lleva. Cuando arrancan actuadas siempre es a partir de una situación.

Hace poco, te doy un ejemplo, hice una de “A Palé” de Rosalía y en ese momento estaba estudiando mucho el miedo, esto de qué te genera corporalmente, los pensamientos y me senté en el piso. Escuché “A Palé” y me empecé a mover pero no me levanté nunca. Dije: “Bueno, si no me levanté nunca del piso, voy a llevar una coreo en el piso”. Creo que fui una de las primeras dentro de lo Urbano.


-¿Cómo definís Mad Ideas?

-Lo defino como una extensión de mi arte a partir de un escenario que le pongo, a sentirme cómoda haciendo lo que hago. Me pasó que en una primera instancia se consideraba raro, yo hoy veo coreos y ya está bien, hay mucha más libertad que hace cuatro años. Le di un escenario porque me decían que yo hacía cosas medio locas. Siempre me trataron un poco de loca -risas-. A veces mi mamá no lo entendía. Yo tuve el apoyo de mi familia siempre pero en la concepción artística puede que tu familia no te entienda lo que hacés.

Yo le pasaba las coreos a mi mamá y me decía: “Ay no sé, no sé” y me la bajaba, no entendía cómo mi mamá no estaba entendiendo que mi arte era eso, que no era el que siempre se ve en la publicidad. Mad Ideas fue: “Ok. Soy esto”. Mad viene de loco y porque yo en un momento de mi vida escribía y firmaba como Mad Hatter. Me gusta mucho escribir, siempre escribí sobre diversos temas con respecto a lo que estudio y la vida.

Mad Hatter pasó a Mad H y quedó Mad Ideas porque son eso, ideas. Ahí empecé a tener trabajos, mi arte siempre se basó en hacer. Yo cuando veía que en el casting quedaba esta, al lado de la otra y que eran todas iguales, igual de lindas o lo que sea: “OK. empiezo a construir mi propio nicho”. Si no apunto para eso porque no soy eso o no quiero eso y ahí apunté a Mad Ideas. Después me llamaron de Crobar, para que ponga las bailarinas y Mad Ideas era hacer un concepto urbano de bailarinas para la noche y después se formó una Crew. Mad Crew, éramos cinco que nos empezamos a presentar en lugares. Yo hacía las puestas coreográficas.

A mí me gustaba eso: presentar un concepto, la idea y hacer una puesta. Estuve en varios lugares con Mad Crew. Mucho Stylist, me gusta mucho el estilismo y ahí Mad Ideas es una extensión de eso: estilismo, coreografía y trabajo.

-Con Mad Ideas y desde la danza teloneaste a Daddy Yankee y a Ozuna...

-Sí, era el arte del hacer. Me decían: “Necesitamos un coreo acá” y yo “Bueno vamos”. Era hacer y ya. Sabía que alguna iba a pintar. Ahí conocí a los trappers del momento que estaban surgiendo, recién se hablaba de trap. Yo era como lo más moderno, a uno de los pibes le gustaba lo que hacía así que hicimos unos videos y ellos fueron los que telonearon a Daddy Yankee y a Ozuna en GEBA.

Ahí arrancó todo, me habló Khea que querían la puesta. Justo hicimos 12 coreografías y ahí es donde Cazzu me conoce, trabajando con Khea, con Ecko y Seven Kayne. A Khea lo agarra un manager y ahí me sacan. El chabón dijo: “No, esto no es para vos” y me dejaron de ladito. Estuvo tremendo, increíble, pero capaz una puesta tan coreográfica no era. Sí me quedo con Seven Kayne pero era otro estilo. Yo estaba re frustrada con lo de Khea, me preguntaba: “¿Qué hice mal?” pero la vida es súper sabia en muchísimos aspectos.

Es una historia re loca porque estuve en el medio del mambo del trap que sucedió en ese momento, yo no podía creer que estaba viviendo eso. Muchos me decían que no llevé a bailarines “profesionales”, que llevé a mi crew a hacer eso, a GEBA a telonear a Daddy Yankee. Pero era una extensión de lo que venía haciendo, yo quería construir mi propio nicho.

Lo hice con ellas y no pudo haber salido mejor. Yo volvía de Los Ángeles un 5 de marzo y esto era el 10 de marzo, hice la coreografía allá y en 5 días les pasé 12 coreos ¿A quién iba a llamar? Eran ellas y lo dieron todo conmigo. Echada, angustiada y las chicas también y yo aplicando siempre la psicóloga. El tema es que fue muy abrupto, al día siguiente Khea ya tenía otras bailarinas. Nadie me dijo nada. El día de hoy me lo cruzo y la mejor, sonrisa, abrazo. Los managers son los managers, pero después seguí con Seven y Cazzu me dijo: “Quiero lo tuyo en mi arte, quiero tu mambo”, ahí entré de lleno.

-¿Cómo es trabajar con la jefa del Trap? ¿Qué aprendiste?

-Ella es directora de su propio arte. Tiene una capacidad increíble, una versatilidad para sentarse afuera de su show y decir: “Quiero esta luz verde acá”. Es muy buena. A mí me flasheó y me gustó mucho que ella haya visto que tenía eso distinto. Me da la sensación de que eso distinto termina ganando. Luchaba, me angustiaba pero tampoco dejaba de hacer. Después del Tour Error 93, el último show que íbamos a tener en el Luna Park antes de la cuarentena, no lo pudimos estrenar. Era el 14 de marzo, hicimos ensayo general y todo tres días antes, una cosa de locos. Será todavía mejor cuando tenga que ser. Ella también tiene ideas locas, siento que también salía de la norma un poco, su arte era urbano pero salía, entró en el Trap y fue el escenario que mejor le quedó. Una locura.


-Recientemente Bad Bunny se convirtió en uno de los pocos músicos latinoamericanos en protagonizar la tapa de la Rolling Stone de Estados Unidos. A nivel mundial la música latina experimenta un boom sin precedentes ¿Sucede lo mismo con la danza?

-Es un preguntón porque me pasaba a mí esta idea de hacer cosas conceptuales seguidas de la linealidad del ambiente danza acá. Como que recién arranca. Lali, Cazzu, Tini y sus bailarinas pero tampoco es tanto. Con la danza yo tengo intenciones de que tenga un crecimiento hacia el nivel que vos me estás planteando, como un artista que canta. Siento que todavía no todos se lo plantean, de que un artista que hace danza tenga el mismo peso que un artista que canta porque aún siguen siendo los bailarines los de atrás. Al conformarse, al pertenecer a esos pocos lugares que hay, se achica, que por eso no tiene el crecimiento que debería tener. Es difícil a lo que voy, yo puedo crear un Mad Ideas y siento que hace años estoy intentando implementar un show acá o sumar algún concepto con baile o proyectos y no tienen el sustento que tiene alguien que canta, desde ya.

-Coreos en YouTube, en Instagram y pasos en TikTok ¿Cómo lo ves desde las redes sociales?

-En un principio siento que ayudó muchísimo todo lo que es la pantalla, para todo artista para mostrar lo que hace. Creo que la respuesta es que quizás esta libertad que fue ganando se desvirtúe cada vez más. Mi miedo sería que la danza termine siento TikTok. Ese sería un miedo: “Che que no se pierda”. Igual en cuarentena ¿Qué se puede llegar a pensar? ¿No? -risas-. Por favor no -risas-. Se volvió muy coreográfico y yo lo entendí, esa pelea sobre lo ortodoxo.

Nunca tengo hate de nada pero tuve una vez en diciembre del ámbito del Krump, que es una técnica urbana de danza. Yo subo una coreo, había tomado clases particulares de Krump para el show de Cazzu, pero un par de clases. A la coreo de Cazzu le puse varios pasos de Krump porque me gustaba y era el objetivo, agregué el hashtag pero porque había pasos. Y no: la hecatombe. “Eso no es Krump”, “Eso es re chanta”, “Estos que hacen coreos solo quieren hacer plata a costa del trabajo de otros”, “¿Qué te creés?”. Hicieron un hashtag con “Así se hace” porque era el tema “La Clase” de Cazzu, los krumperos bailando krump y etiquetándome, una cosa de locos. Me replanteé muchísimo qué era lo que hacía pero es lo que vengo haciendo hace mucho, es normal empezar a trabajar y dejar de entrenar pero quería saber de la técnica, fui y tomé clases de la técnica y no es que no sé bailar. Lo implemento, lo uso. Esa pelea sigue, entre los que hacen coreo pero se trata de aggiornarse. Las redes quizás minimizan un poco el crecimiento pero la danza también es entretenimiento y está buenísimo que así sea.

-¿Tenés algún consejo para bailarines? ¿Qué te hubiese gustado que te dijeran de antemano?

-Creerlo. Creer en eso. Ahora estoy estudiando Cognitivo en Psico. No solo lo que pensás si no lo que creés de lo que pensás, la creencia en el pensamiento. Yo claro, fui a entrenar pero no pensé que podía llegar lejos, o “Sí, la voy a romper” o “Yo puedo”. Es medio vago el pensamiento y siento que me hubiese gustado ponerme más las pilas con creer que se podía. Nadie dijo que sea fácil. Tengo videos mios llorando contando que el ambiente de la danza es difícil y el tema de los trabajos, que habían pocos lugares y yo no quería competir. No me gusta ese sentimiento, entonces también entender que quería seguir experimentándolo pero me costaba que mis ideas lleguen, tener más alumnos que una clase comercial pero esa creencia podría haber sido más fuerte. Siento que capaz nos atrasa un poco pero es todo un trabajo mental, no es fácil. Ayer justo estuve dando una charla de psicología en vivo y les contaba el tema de las creencias, que a veces le damos más importancia a la creencia que tiene el otro sobre mí que la propio creencia.

Entonces termina siendo lo que yo creo de mí, las famosas etiquetas. Ahora en cuarentena y tener tantas pantallas a veces nos mareamos con las realidades y las ficciones. La danza está a full y es la herramienta que tenemos. Hoy me sigo replanteando, siento que hay un montón de cuestiones en el ambiente que tendrían que mejorar para que la danza pueda expandirse.


-Es bastante difícil predecir cómo sigue el 2020 pero desde casa pensamos y pensamos y pensamos ¿Tenés nuevos proyectos a la vista?

-El 4 de mayo me iba a España a tomar clases, a nutrirme, después del Luna Park. Eso lo paso para el año que viene y me puse a trabajar en quién soy yo, qué quiero hacer y estoy pensando en un álbum de danza. En combinar escritos con puestas coreográficas, trabajando en ese proyecto propio. Con Cazzu tenemos que hacer el Luna Park y si no, saldrán nuevas cosas para seguir haciendo. Recibirme de psicóloga es otro proyecto que volvió, trabajaba mucho y estaba medio abandonado. La cuarentena me sentó a leer muchísimo.

“Esto de no haber nacido acá en Capital y ser de Comodoro, de una ciudad del Sur, habla de que no importa de dónde vengas, pero tampoco te olvides de dónde venís” dice Sol y continúa: “Siento que ese “saber de dónde vengo y hacia dónde voy” nos mantiene y nos salva. Estoy contenta de haber venido de un lugar así. Acá te dicen: “Se nota que no sos de acá” por una cuestión energética. Eso me permitió llegar donde estoy, construirme mi lugar que sigue siendo lento pero duradero. Lo que lleva más tiempo, dura más. Se puede y radica en la creencia de que estamos vivos y tenemos posibilidades si realmente nos proponemos hacerlo”.

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