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En el templo “Tabernáculo de la Fe” del barrio San Cayetano dan viandas diarias a cerca de 400 familias

lunes 27 de abril de 2020
En el templo “Tabernáculo de la Fe” del barrio San Cayetano dan viandas diarias a cerca de 400 familias

El templo evangélico “Tabernáculo de la Fe” es el más grande y de mayor capacidad de la ciudad. Ubicado en la avenida 10 de Noviembre y calle Francisco Behr del barrio San Cayetano, a metros de la avenida Polonia, alberga y lo visitan diariamente cientos de personas, y cerca de 400 de ellas reciben diariamente una vianda o un bolsón con comestibles.


“Arrancamos para ayudar a gente de escasos recursos, pero nunca pensamos que llegarían a tantos, hay días que hay largas filas de gente esperando llevar su vianda o un bolsón con comestibles, esto superó nuestras expectativas, pero hay mucha voluntad y somos muchos hermanos para tender la mano, están los grupos que cocinan, otros que atienen el ropero comunitario, otros que colaboran con la Policía Comunitaria que siempre nos acompaña y entre ellos se encargan de que las personas mantengan las distancias previstas por las autoridades sanitarias, y también de entregar alcohol en gel y barbijos” señalaba a Crónica, uno de los varios coordinadores del templo que alguna vez soñaron y fueron forjando allá por el año ‘68 el pastor Hernán Pérez cuando contrajo matrimonio con Cristina del Busto, una joven misionera oriunda de Mar del Plata y que en 1970 construyeran el primer templo sobre el pasaje Paraná, en barrio José Fuchs. No obstante, ese lugar se hizo muy chico con el paso del tiempo. No entraba toda la gente que acudía y no tenían lugares de estacionamiento.

La idea de forjar lo que hoy tienen era un sueño que años más tarde se convertiría en realidad. En un lugar muy alejado de la ciudad, en una zona prácticamente de campo o rural (ni siquiera estaba en perspectiva la idea de otro gran soñador para levantar el pulmón de la ciudad como lo es el hoy cordón forestal) y con la gestión del entonces intendente Mario Morejón, en el año 1989 entregaron el terreno donde hoy se levanta el edificio.

Desde el templo afirman que “los trabajos de construcción se intensificaron en 1993. Con gran esfuerzo se trabajó en la obra a partir del esfuerzo de todos sus integrantes, que debieron financiar con su propio capital. En 1997 los trabajos del Tabernáculo de la Fe avanzaban a pasos firmes, con mano de obra 100% de la congregación y aportes de todo tipo. Se desarrollaron campañas para recolectar la mayor cantidad fondos para continuar con el proyecto”.

Y un 10 de diciembre del año 2000 fue inaugurado con gran trascendencia en toda la Patagonia. Actualmente se realizan diversas actividades como seminarios internos que ahora por la pandemia se realizan en formas virtuales a través de su página en Facebook; clases bíblicas en los barrios para niños, se sirven meriendas en tiempos normales y hasta tienen una Escuela Eclesiástica en construcción frente al edificio eclesiástico, un salón de usos múltiples, la casa del celador, un espacioso estacionamiento y un edificio que se subdivide en varios niveles y que alcanza 3 pisos con las siguientes divisiones: edificio de viviendas en dos niveles, cocina comedor en el primer piso, subsuelo de reuniones menores, platea para 600 personas, planta baja con púlpito y hall. Y las puertas siempre están abiertas, incluso para aquellos que quieran sumarse en la ayuda comunitaria que brindan en el Tabernáculo de la Fe. Pueden acercarse al lugar o comunicarse al teléfono: 0297- 4460326.

“Son tiempos de ayudarnos unos a otros y
debemos ser solidarios” dicen referentes del templo


No hay un referente líder en el Templo del Tabernáculo de la Fe, salvo la pastora Mimí Pérez de Mansilla y su esposo el también pastor Jorge Mansilla, aunque todos coinciden con una misma idea por estos tiempos de pandemia:

“Hemos marcado una línea, la gente obedece y colabora mucho, entre ellos la Policía Comunitaria que nos provee barbijos y hasta comestibles, las puertas de este templo están abiertas para quienes quieran colaborar, lo hacemos sin fines políticos, sabemos que Dios va a proveer y nos dará fortaleza, hoy la sociedad nos necesita y estamos al servicio” señalaban en diálogo con este medio.

Respecto a qué tipo de ayuda o colaboración necesitarían, respondieron que “es a voluntad, se nos han acercado petroleros y otros sindicatos, el solo hecho de colaborar con un kilo de azúcar o harina es loable, lo compartimos como compartimos las tortas fritas de la tarde”.
Son decenas las personas que llegan cada día y las filas por las distancias impuestas por el Covid-19 son largas. “La gente llega temprano, estamos viendo la manera de hacer una carpa con lonas para, inventar algo para que no pasen frío”.

En otra parte de la entrevista no se olvidan de los agradecimientos. “Al Pampa Alvarado que es nuestro nexo con la Municipalidad y también con gente del Puerto, sabemos que no le gusta mucho que lo nombren, pero queríamos agradecerle todo su esfuerzo, pero también a la gente de la Municipalidad y de Bromatología que de buena manera inspeccionan y se encargan de limpiar la parte de la cocina que usamos todos los días, es una experiencia nueva que estamos viviendo todos y debemos ser solidarios” concluyeron.

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