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El salvataje para un hijo del barrio

jueves 23 de abril de 2020
El salvataje para un hijo del barrio
ESPINOSA
ESPINOSA

Segundo Espinosa viajó el 19 de febrero a Temuco (Chile) por el casamiento de un amigo. La intención primaria fue quedarse una semana para cumplir con el vínculo de amistad. Pero justo en los últimos días del mes de febrero, todo comenzó a complicarse con los retornos de los argentinos que estaban en diferentes puntos del mundo. Lo de Espinosa fue una real odisea para volver a Comodoro. La ayuda de los vecinos y amigos de Valle “C”, fue esencial para regresar.


Tiempos de crisis y de pandemia. Momentos en los que afloran las facetas notorias de la humanidad en sus diferentes expresiones. La solidaridad va ganando la pulseada contra el egocentrismo y la falta de empatía. Una muestra más sucedió ayer, con el retorno a Comodoro de Segundo Espinosa, un ex jugador de Oeste, Laprida y Universitario.

El ex defensor viajó a Temuco para estar en la ceremonia de casamiento de un amigo. Pero en el momento de regresar, todo se complicó.

“Empezaron a surgir problemas de toda índole. Mi amigo es abogado y pudo ayudarme para hacer todo lo que tenía que hacer en materia legal. Visitamos Cancillería, Embajada y luego de transitar mucho, conseguí que me metieran en el plan “Vuelta a casa”, que se trataba de repatriar a argentinos de diferentes países”, contó “Pachanga” Espinosa.
“Viajé a Santiago y desde allí salieron cuatro micros para puntos distintos de nuestro país.

Al norte, a Buenos Aires, al oeste y por supuesto, yo me subí al del sur. Me dejó en Bariloche y desde allí tenía que irme hasta El Bolsón. Supuestamente había un auto que me trasladaría a Comodoro. Nunca apareció, y quedé varado en el paralelo 42, en el límite de Río Negro y Chubut. Ahí empezó lo más duro”, recordó.

Segundo Espinosa ya acarreaba cansancio y mala alimentación en su derrotero de tres días y el cuarto se sumó con muchos inconvenientes. “Pasa que estaba restringido el ingreso a la provincia.

Lógicamente era una persona de riesgo, pero yo había cumplido con todos los protocolos solicitados y tenía la documentación que lo acreditaba. Igual, la policía de Chubut no me dejaba ingresar. Me decían que vuelva a El Bolsón. Y desde el otro lado, obvio, me decían que no podía permanecer en Río Negro. Estaba en el medio, entre los de mi provincia que no me dejaban ingresar y los de Río Negro que no querían que permanezca allí”.

Al final, Espinosa tuvo que acomodarse en un costado de la ruta, unos metros adentro de la provincia chubutense. Sentado en el piso, trató de dormir, pero no podía por la lluvia y el frío. “En un momento tuve que abrir mi bolso y poner los pies adentro entre toda la ropa para evitar el frío. Me cayeron unas lágrimas por la temperatura y por la angustia. Me sentí una persona rechazada por todos y sin haber hecho nada malo, al contrario, había dado los pasos que me dijeron para hacer todo en forma legal”. Allí se le ocurrió realizar un video con el teléfono para enviarlo a familiares y amigos.

Quería activar algo para que lo dejen volver a su tierra. “Temblando, armé ese video explicando lo que pasaba. Llamé a mi esposa, mis hermanos, como para que me den alguna idea de cómo hacer para poder convencer a los policías de que yo tenía que volver a Comodoro. Mi hermano Beto habló con un amigo del futbol de veteranos que vive en Puelo, José Luis Campillay y ahí empezó a acomodarse todo. Campillay conocía un policía del lugar a través del futbol y se interesó por mi situación”.

“La verdad yo recibí destrato de los efectivos de Chubut que estaban en el límite y cuando me habló este hombre, creí que podía ser más de lo mismo. Hasta allí, ninguno de ellos se preocupó por la persona, por la parte humana. Si tenía frío, si había comido algo. Nada de nada, sólo querían que no permanezca del lado de Chubut porque decían que les podía generar problemas. Tenía mucha impotencia. Pero el policía que se acercó luego, me habló y me recomendó que haga un certificado de buena salud en El Bolsón y que con eso me dejarían pasar”, relató Espinosa.

“Lo hice, volví y el policía que me aconsejó me dijo que estaba disponible un auto para viajar, pero que el costo tenía que absorberlo yo. Obvio que no tuve reparos. No tenía idea de cuánto podía salir el traslado. Pensaba, llego a Comodoro y veo como junto la plata. Yo sólo tenía 3.000 pesos. Entonces, le escribí a mis hermanos Beto y Miguel, sobre cómo era el tema y que me presten plata para poder pagar el traslado”, contó el ex jugador que ascendió con Oeste Juniors en 1989.

Apenas cinco horas tardó el auto alquilado desde El Bolsón a Comodoro. Partió a las 20.30 y a la 1.30 de lunes, ya estaba en Valle “C”. “En ese trayecto pasaron cosas increíbles. Primero, que el chofer era un capo manejando y después, que mi celular me daba noticias que me hicieron llorar emoción”.

Sucede que la noticia comenzó a circular en los grupos de Whatsapp. En el de ex jugadores de Oeste, el de amigos de la infancia, el del club oficial, el de la Iglesia, de vecinos… No menos de seis grupos comenzaron a viralizar la situación. Y llegaron los aportes para el vecino de Valle “C”. Todos colaboraron un poquito. En Sarmiento, a “Pachanga” le ingresó el mensaje que daba cuenta que ya estaban cubiertos los 20 mil pesos del viaje.

“El conductor del auto en un momento creyó que estaba mal, porque me veía temblando y sollozando. Era de emoción, de felicidad, de alegría de saber que mis vecinos, amigos, familiares y hasta gente que conozco poco, me ayudaron en una situación límite”, relató Espinosa, quien agradeció también a Isaías Ceballos, un pastor de Lago Puelo que se acercó para ofrecerle una campera más abrigada y algo de alimentos.

Ahora está haciendo la cuarentena pero pasan amigos del barrio y le dejan alimentos y artículos de limpieza. “Quisiera abrazar a todos. Pero no puedo. Todo será cuando pase esta Pandemia que dentro de todo lo malo, a mi me dejó saber que estoy rodeado de muy buena gente”.

“De todo esto vamos a salir distintos”

“Pachanga” Espinosa hace un culto de la amistad que en buena parte la cosechó entre los vecinos de Valle “C” y el futbol.

“Jugué en Oeste, Laprida, Universitario, hice las inferiores en USMA y conocí mucha gente.Siempre traté de ser un buen compañero y sumar amigos. Después en veteranos, también agregué gente. Como jugador, mi defecto siempre fue el de ser muy caliente. Asi que dos por tres estaba expulsado. Me di cuenta que servía más para ir a ver y alentar a mis amigos que adentro de la cancha”.

“Yo no sé si caminé del todo bien en esta vida. Sí sé que la respuesta de la gente que me rodea me hizo ver que mi manera de ser siempre sirvió para sumar afectos. Me dedico a hacer productos de panadería. Es mi emprendimiento personal con lo que aprendí del oficio. Cada pan, factura, torta, bizcochito que hago o cocino, lo hago con mucho cariño y responsabilidad para ofrecer lo mejor que tengo. Hoy quisiera tener 200 kilos de harina para cocinarles a todos los que me ayudaron. Mis amigos llegan hasta la puerta y me dejan alimentos para pasar la cuarentena porque saben que no puedo trabajar hasta cierto tiempo. ¿Qué valor le puede dar uno a eso?. Es infinito”.

“Es cruel esta pandemia porque no podés abrazar a los que te ayudan. Esa demostración más auténtica de agradecimiento no podés hacerla. Esta situación que nos toca vivir nos hará diferentes. Creo que seremos más solidarios, más auténticos. Con más ganas de dar abrazos, de decir cosas que hagan sentir bien a la gente”.

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