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Mara Márquez, la pediatra alumbrada por sus hijos

martes 21 de abril de 2020
Mara Márquez, la pediatra alumbrada por sus hijos
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Mara Márquez es pediatra, pero cuando se quita el guardapolvo blanco se pone en la piel de los múltiples personajes con los que la conecta el teatro. La actuación siempre fue una pasión latente que se activó de la mano de una de sus hijas. Mara confiesa que fueron sus hijos los que la ilustraron para ser mejor y recuerda lo que le dijo una vez un colega: “a vos te parieron tus hijos”.



(Por Marcelo Melo / Fotos: Coco Páez) No. No estamos subvirtiendo las leyes inapelables de la biología. Nos referimos a las palabras de una mujer con alrededor de cuatro décadas trabajando a destajo en nuestro querido -y nunca bien ponderado- Hospital Regional, la médica pediatra Mara Márquez, nuestra protagonista de hoy, que además ejerce como actriz por influencia de uno de sus vástagos, su hija Daniela, que realizó su carrera con el gran director y dramaturgo Agustín Alezzo y hoy es Gestora Cultural. Y si hubiera un hecho atrapante que tiene para contar, entre las múltiples anécdotas que carga, una desborda de actualidad: en febrero llevó adelante sus vacaciones en el corazón de la pandemia que asola al mundo; recorrió Italia, España y Grecia. A quedarse tranquilos, llegó y guardó los cuidados especiales: el encierro obligatorio y descarte de la enfermedad.

Mara narra, con mucha seguridad, que de las diversas variantes teatrales los monólogos son sus preferidos. Es que a la actuación la tiene incorporada desde la primaria; no hubo acto en que no quisiera ser convocada a exponerse, a insuflarle vida a algún personaje de la historia.

Especialista en Monólogos


“La actuación siempre me atrajo". Desde muy chica me prendía en los actos del colegio. Cuando mi hija manifestó que quería realizar teatro, le di rienda suelta y se fue a estudiar con Agustín Alezzo. Y fue cuando vino Pedro Rocco, el psicólogo, que se vino a vivir a Comodoro y empezamos a estudiar teatro con él. Realizar monólogos, es lo que más me satisface. En ese momento estaba muy absorbida por el trabajo en el hospital y no podía juntarme con el elenco formado. Entonces, empecé a dedicarme a full al unipersonal. Recién este año fue que hice una obra “Las Flores Contadas” y ahora veremos cuándo podremos exponerla, tras el paréntesis que impuso la pandemia.


-¿Reconocés a Griselda Gambaro como una de las mayores exponentes de la dramaturgia argentina?


-La idolatro muchísimo, me influyó de sobremanera ese monólogo que hice -“El nombre”-, que trata el tema de la identidad y su ausencia. Esa obra me encanta. Habla de la soledad, de la miseria, de la despersonalización de un ser que es empleada doméstica, a quien donde va a trabajar le van cambiando el nombre. Y cada persona que se lo troca, es de esas personas que tienen sus mundos solitarios. Cuando pareciera que es ella la que lleva una vida de mierda, en realidad a quienes describe es a sus patrones. Es maravillosa.

-¿Cómo fue la experiencia personal de hacer “El nombre”?


-Con esa obra, lo más lindo que me pasó fue que me propusieron realizarla en Centros de Promoción Barrial. Hasta arreglaron con el psicólogo y una asistente social e invitaron a las madres de los barrios. No solo actuar allí fue maravilloso, sino que tras la finalización intercambiábamos con ellas sobre sus situaciones, vivencias. Es uno de los hechos más maravillosos que me sucedieron en la vida, con esto que amo: el teatro. Poder acercarlo a gente que tal vez jamás en sus vidas había presenciado una obra, y a partir de ahí ayudar a reflexionar sobre las problemáticas que viven en esos asentamientos.

-¿Qué es lo que te atrapa del monólogo?


-El personaje en solitario, con su esencia; el personaje y el público, frente a frente, eso me fascina. Ojo, también me atrae muchísimo actuar en grupo, interactuar, pero el monólogo me puede. Por más que hay una cuarta pared, es bidireccional. Uno es el encargado de transmitir al espectador lo que manifiesta un autor. Todo depende de uno. Y es ese personaje y no pasa nada más, ni nada menos, que eso solo.

-¿En Comodoro hay buen nivel teatral?


-Sí, tiene muy buen nivel. Hay muchos grupos, algunos hacen un teatro más comercial, otros más underground, pero hay calidad teatral. Ahora, que recuerdo, tengo otra asignatura pendiente: hacer una obra infantil, y quiero actuarla. Sería otra forma, asociada a la pediatría, de hacer otras cosas por los chicos.

-¿Qué otras pasiones te atrapan?


-Aunque cueste creerlo a esta altura de mi vida aún tengo asignaturas pendientes. Antes de empezar Medicina hacía cerámica artística y pintaba. El día que me jubilen, me voy a dedicar a manifestar esas artes.


Los que la parieron


Adentrémonos en las vidas y obras de quienes considera que “la parieron”, como le manifestó un colega, los que con sus realidades y actualidades, la adentraron en temas que o rechazaba o directamente desconocía. Todos llegaron en fila, uno detrás del otro. Imaginemos que cuando nació la cuarta, la mayor tenía solo cinco años. Hoy ya son todos adultos, independientes y profesionales.

Mariela desarrolla su tarea entre tubos de ensayo, fórmulas químicas y análisis bioquímicos. Luego, arribó su hijo Agustín, que hoy se desempeña como neurólogo infantil, con residencia ejercida en Neuquén y especialización en el Hospital Garrahan. “Hizo también la especialización en Epilepsia y está decidiendo si se queda en Buenos Aires” cuenta Mara. Continúa Gonzalo, que está culminando la Tecnicatura en Radiología. “Fue con él que me fui a Italia en plena pandemia, la verdad es que zafamos. Él fue el primero que empezó a militar en un partido de izquierda, para mí en esa época era impensada la militancia, ya que fui educada por un padre muy facho”.

Por último, Daniela, que también se acopló a la militancia política. “Tengo que decir que de ellos comencé a aprender la importancia del compromiso social, a darle real valor. Creo que siempre tuve esa forma de mirar el mundo, porque siempre me importó mucho lo social, pero nunca lo había puesto en palabras”. Daniela es la que comenzó la materia que hoy ejerce además de la medicina: el teatro, los talleres, fue la que le despertó la pasión por el drama.

“Ella se fue a Buenos Aires a estudiar con Agustín Alezzo, empezó primero en el Instituto Universitario Nacional del Arte ( IUNA), pero finalmente se dedicó a la carrera Gestoría del Arte y la Cultura. Esa es la historia de mis cuatros hijos, que fueron los que me educaron y me enseñaron tantas cosas. Por eso es muy cierto lo que me dijo ese amigo, “que a mí me parieron mis hijos” (vuelve a reír a carcajadas).


Un viaje en la expansión de la pandemia


“El 12 de febrero viajamos con mi hijo Gonzalo. Llegamos a Italia, soy una enamorada de Venecia y tenía pendiente viajar con él. Entonces, estuvimos cuatro días en Roma y luego nos fuimos al Carnaval tradicional. Se notaba que había menos gente, pero había tours, había estado en otras ediciones y la verdad es que no se podía caminar, había gente de todo el mundo. En ésta, no se veían ciudadanos asiáticos, había mucho espacio.

“El día anterior al cierre del carnaval, nos trasladamos en tren a Nápoles y ahí leí un diario que ya hablaba del Coronavirus, nos enterábamos que habían cerrado el carnaval veneciano, que la gente comenzaba a circular con barbijo. El tema de lo ocurrido en China ya se conocía, y era por ello que no encontrabas uno en Italia.

No había prácticamente, cuando lo usual -sin la pandemia- es que los ves por todos lados. Nápoles es una ciudad muy sucia, nadie usando barbijo, no había un conocimiento o conciencia ciudadana de la pandemia.

“De allí nos fuimos a Sicilia y ahí notamos que la gente del Norte, donde estaba la mayor cifra de contagios, se había trasladado al Sur. Así fue que empezaron a proliferar los casos fuertemente, estuvimos una semana y nos fuimos a Atenas.

Aquí tampoco se tomaban muchos recaudos, excursiones, todo abierto. Recién cuando nos íbamos de la capital griega, tomamos nuestro vuelo de regreso Roma/Madrid/Buenos Aires, y nos llama el guía para decirnos que estaban por cerrar el aeropuerto de Fiumicino, que llevemos barbijo y alcohol en gel. En ese momento empezábamos a ver que recién se estaban tomando las medidas, que hoy ya son una rutina. Reaccionaron tarde. Empezaron a suspenderse los vuelos, encontramos la forma de viajar a Madrid y ahí sí, cuando salimos a caminar las calles, nos encontrábamos con carteles en varios idiomas, como los que hoy son comunes en todos lados: ‘quédate en tu casa’, ‘cómo higienizarse’.

“Al día siguiente: las plazas cerradas y vacías. Medidas que la Argentina tomó mucho más a tiempo. Era 14 de marzo en Madrid, ahí escuchamos al presidente Fernández diciendo que se iba a cerrar la frontera un viernes y nosotros tuvimos la suerte de tener pasajes para el martes anterior.

“Comprobamos en Europa que no había conciencia de lo que se venía. Seguramente fue para no perjudicar esa gran industria que tienen, que es el turismo, tomaron las decisiones muy tarde y hoy padecen la realidad que todos conocemos. “En Comodoro, lo que se percibe es que no se respeta mucho la cuarentena, pero vamos a ver cómo vamos a reaccionar cuando ocurra algún caso, que ojalá nunca se de (la entrevista fue realizada antes de la confirmación del primer caso positivo). Lo que pasa, es que la gente se confía y cree que acá no puede ocurrir, que estamos indemnes y estamos tan expuestos como en cualquier parte del mundo. “Cuando volví, estuve 15 días encerrada con mi hijo. Inicié la cuarentena con él en Buenos Aires y luego la terminé acá, con 12 días a pleno. Por suerte cuento con gente muy valiosa, que me habían comprado provisiones, no tuve problemas en ese sentido. Por suerte, mis hijos ya hacen su vida por su cuenta. Estoy sola, no quiero imaginar las familias completas encerradas, debe ser muy difícil. Soy una privilegiada, de tener casa propia, sin la preocupación de tener a tus padres ancianos, o una persona enferma de la que te podes contagiar, sin la preocupación de que no llegás a fin de mes. Hay que fijarse y ser solidarios con todas esas familias que sí tienen esos problemas, que son muy jodidos. Hay gente que está viviendo un calvario.”


El Hospital, su segunda casa


Mara Márquez es porteña. Cuando la gran ciudad la terminó de cansar, aburrir y habiendo contraído enlace, tomó la decisión de radicarse en esta ciudad, que hoy la tiene ejerciendo en el servicio de Pediatría del Hospital Regional. Llegó a Comodoro con 24 años, antes del año 81, recién casada. Eligió esta ciudad porque no le gustaba vivir en Buenos Aires. Y acá fue que alumbró a sus cuatro hijos y, paradójicamente, hoy ninguno de ellos vive en en Comodoro.

“Por suerte me instalé y al poco tiempo me permitieron ingresar al Regional, aquí hice la concurrencia de Pediatría”, cuenta. Y así fue que comenzó a transcurrir su desarrollo vital comodorense entre la crianza de sus niños y niñas, las guardias en el nosocomio, libros y mucha lectura. La carrera, de la cual hoy resta poco tiempo para que se jubile la realizó en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Pero lo que se encarga de aclarar de entrada, es que no fue la Pediatría su primera búsqueda, sino otra especialidad que ya desarrollaban su padre y dos hermanas.

“Cuando me decidí a estudiar medicina, ya tenía en la familia tres integrantes que ejercían como psiquiatras. Así que me fascinaba, en mi hogar todo el tiempo se hablaba de ella. Pero cuando la cursé, sentí que lo que me atraía especialmente, era escuchar al paciente y sus delirios. Ojo, que era otra Psiquiatría, hablamos de hace 35 años más o menos, mi viejo era profesor de la UBA, me encantaba. Justo cuando comenzó la desazón, fue que cursé la materia Pediatría en Casa Cuna. Directamente, me enamoré de esta materia. Tiene mucha conexión con lo psicológico, la evolución de los chicos, ese acompañar de la familia al desarrollo de ese niño y la verdad que tiene mucho de la psiquis, cómo se va desarrollando”. Hoy, Mara bromea con que está “inventariada” en el Hospital Regional, que tendría que haberse jubilado hace cuatro años. Pero no lo hace, “el Hospital Regional es mi segunda casa, llevó 37 años allí”.

En cuanto a la situación del hospital dice que “lo nuestro es un problema croniquísimo, con un gran cirujano del nosocomio siempre hemos dicho que la situación del Regional -sean los gobiernos que sean, los que pasaron y el actual-, siempre está igual. No recuerdo épocas de oro en esta institución, sí reconozco que se suma a todos sus problemas el desenvolvimiento de este gobierno. Siempre hemos tenido que pelear con ministros y funcionarios no idóneos en la materia, acomodados, no ingresados por concurso. La gestión que siempre reconocí, que fue una gloria comparada con las demás, fue la dirección del doctor Carlos Pettinari. Ese sí, fue otro Hospital. Hoy está muy atomizado, más allá de las cuestiones políticas y de los acomodados, los puestos a dedos, los ineptos. Yo te hablo de esa época cuando los que estábamos de guardia, éramos muy compañeros, más allá de las especialidades. Hoy hay profesionales que no se conocen y comparten el medio”.

“Antes, la mayor búsqueda era dedicarse exclusivamente a la Salud Pública, eso era sagrado. Todos trabajando hasta las 16 horas, hoy te miran con cara rara si te dedicás solo a ella. Hoy tenemos una realidad en la que no se pagan los sueldos en término y escasez de insumos. Cuando salgamos de la pandemia, lastimosamente va a ser muy difícil remontar el Hospital.

Hoy tendríamos que estar realizando una medida de fuerza importantísima. Cómo puede ser que un gobernador decida no pagarle el sueldo a los trabajadores, que no tengamos dinero para comprar las cosas necesarias. Los únicos que cobran al día son las fuerzas de seguridad. Ahí sí comprendes porqué los profesionales se van del sector estatal a la medicina privada. Es la destrucción de la Salud Pública. Y ojo que hoy nos están pagando por la pandemia, sino estaríamos sin fondos”, sostuvo la pediatra antes de que se conociera el primer caso de COVID 19 positivo en la ciudad.

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