Un inventor en Comodoro: la historia de Enzo Fuligni
A los 82 años, Enzo Fuligni, técnico electromecánico e inventor, continúa trabajando en su pequeño taller de barrio Industrial para subsistir. Reconocido y premiado, supo desarrollar elementos que hoy son utilizados en la ingeniería automotor y hasta en la NASA.
Enzo Fuligni tiene 82 años y en octubre de 1977 llegó a vivir a Comodoro Rivadavia desde su Italia natal, con la esperanza de tener un nuevo comienzo. “Vine con la intención de montar un taller de bobinado que es a lo que me dedico, vine con una pequeña valija con pocas herramientas con la idea de progresar, con mucho entusiasmo y sin esperar nada a cambio” expresó a Crónica en una visita a su taller en barrio Industrial.
“Me fui organizando y empecé a trabajar, me empezaron a conocer y tuve una oferta muy buena de una empresa petrolera pero mi respuesta fue sencilla, vine acá con la idea de pasarlo bien o mal pero solo” sostuvo.
Fuligni, entre otras cosas, es técnico electromecánico, es creador del generador eléctrico multipolar de flujo axial, que lo hizo merecedor del premio a mejor invento nacional en 1993, siendo patentado en 1996 junto a otros cinco inventos, pero en 2005 dicha patente cayó y un año después distintas empresas multinacionales comenzaron a utilizar el invento en sus vehículos así como las propiedades del motor también se utilizan en actividades espaciales como la NASA.
“Nadie me indicó que para sostener la patente había que abonar, ahora estos inventos los usan en camiones nuevos, camionetas y autos, no significa que copiaron ni robaron la patente sino que vieron lo que tenía y reprodujeron” manifestó y añadió “en alguna oportunidad lloré como un niño, de tristeza, impotencia, desilusión pero luego pensé que estaba equivocado y tengo que estar contento porque si bien un grupo de personas se empeñaron en creer que era algo que no servía, tengo el orgullo de decir que algo que no sirve se pone en camiones y camionetas”.
También Enzo expresó que en 1991 fue premiado con dos medallas de oro en Pensilvania por sus inventos y en 1992 con una de bronce y otra de plata ante más de cuarenta y cuatro países. En 1993, recibió otras dos medallas de oro en la Feria Internacional de Buenos Aires.
“Llegué a invertir miles de dólares en inventos y tengo el alma llena de alegría, por los padres que tuve, por lo que me han enseñado, a Dios le agradezco por mi salud y además por mi vida, no me sobra nada pero tampoco me falta nada” aseguró y añadió “voy a seguir haciendo esto hasta que Dios me lo permita, hasta que el cuerpo me responda”.
