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Felipe Ávila: el Deportista del Siglo con una espectacular historia de vida

domingo 23 de febrero de 2020
Felipe Ávila: el Deportista del Siglo con una espectacular historia de vida
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Para hablar de los 119 años de Comodoro Rivadavia se debe involucrar a todos los actores que ha tenido la ciudad desde sus inicios y entre ellos, destaca una persona que sigue siendo un vecino con parte de esa verdadera historia en su memoria, fresca a pesar de los años, indiscutido deportista en diferentes disciplinas que, por su entrega y pasión a las diferentes disciplinas en las que tomó parte fue elegido como “El Deportista del Siglo XX”, sumándose con impronta propia a una de las más destacadas celebraciones: el centenario de la Capital Nacional del Petróleo.

Felipe Ávila es el distinguido, y quien hace pocos días atrás recibió un nuevo reconocimiento como referente de aquellas Glorias del Deporte de la ciudad y quien, con esfuerzo propio, marcó una forma de vida personal que a su vez, deja como legado a sus descendientes.



Como uno de los destacados deportistas comodorense practicando golf, tenis, basquetbol y su gran pasión, el fútbol, tiene además toda una historia personal y familiar que recuerda su ascendencia catamarqueña, una memoria que recuerda sucesos trascendentales de la ciudad y de la región patagónica en los que su padre o su abuelo fueron protagonistas desde su trabajo de carrero, repartiendo mercaderías por inhóspitas huellas, uniendo pequeños caseríos para llevar “los vicios” del vecino.

De esos viajes recuerda las vivencias de su abuelo, por ejemplo, en esos recorridos con su antiguo carro tirado por caballos, y los contactos que mantuvo con los protagonistas de aquellas históricas huelgas de la rebelión obrera de 1921, en cercanías de la estancia “La Anita”, en proximidades de la localidad santacruceña de El Calafate.

Su abuelo fue Juan Paulo Ávila, quien relató parte de esa rica historia “de todos los días”, la que se escribía en los largos y agrestes caminos de estas tierras, las que fueron contadas a su padre primero, Víctor Panfilio Ávila, y que luego llegaron a sus oídos, recordando que los caballos y las ovejas que poseía el carrero, estaban ubicadas en lo que es hoy la esquina de España y Rivadavia “justo donde empiezan las plazoletas y los canteros”.

En ese lugar -en pleno centro actual del nuevo Comodoro Rivadavia, donde luego comenzó a construirse la Iglesia Catedral- los animales se ponían a resguardo de lluvias o el sol bajo un enorme techo de chapas, aunque lo peor de las inclemencias del tiempo eran las furiosas nevadas de aquellos primeros años de 1900 “nevadas que acumulaban de tal manera que terminaban rompiendo, a veces, los techos con los que se protegían a los caballos”.

Don Felipe Ávila ha sido reconocido como deportista pero aún hoy, sigue siendo memoria viva del Comodoro antiguo, de la sacrificada manera de vivir de sus padres y abuelos -como la de tantos otros- en los comienzos de un caserío desolado, habitado por quienes llegaban con la intención de trabajar, sin importar cómo, pero apuntando siempre a ofrecer mejores días a sus familias y “ponerle el hombro” al crecimiento de una incipiente ciudad que aún hoy, a 119 años de su fundación, sigue creciendo.

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