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Esteban Valdivia, antiguas vibraciones en la era virtual

sábado 18 de enero de 2020
Esteban Valdivia, antiguas vibraciones en la era virtual
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El “arqueólogo musical” Esteban Valdivia recorre el continente americano y europeo brindando el universo sonoro que acompañó al hombre desde sus pasos iniciales. A fin de mes iniciará en Esquel una gira que lo llevará a Epuyén y El Bolsón, culminando en Rada Tilly. Ambientaciones sonoras, elaboración de aerófonos de cerámica y talleres intensivos serán protagonistas del raid.





(Por Marcelo Melo) Esteban Valdivia se prendió a una batería a los 12 años. Finalizando la primaria  batía los parches para tocar  heavy metal. Transitando el final del siglo XXI - e inicio del actual- apareció lo que se rotuló como “Ñu Metal”, en la Argentina se contaba a Animal y Carajo entre las más populares. Esteban subía a los escenarios con Pino y su versión de este rock duro que cambiaba de pelaje. Pero el joven se adentró en la faz académica: en las aulas y  pasillos de la Licenciatura en Composición Musical, en Villa María (Córdoba), título al que accedió en 2011 y, seis años más tarde,  en la Universidad Complutense de Madrid, recibió el diploma de Magister en Historia y Antropología de América, se especializó en construcción de instrumentos aerófonos inventados por las etnias americanas previo al desembarco español. Él los fabrica, los toca, produce ambientaciones sonoras como las de aquellas lejanísimas épocas.

Hace dos años volvió al rock, la banda de metal prehispánico de México Cemican lo invitó realizar un par de giras europeas por los festivales de metal más grandes del mundo (Downloadfest, Hellfest, entre otros) compartiendo escenario con bandas premier league como Tool, Foo Fighters, Marilyn Manson, la leyenda Ozzy Osbourne y los Guns and Roses, entre muchas otras: pero esta vez no asistió como baterista sino como flautista, tocando las flautas prehispánicas que produce.

“Las vueltas de la vida de un músico, puedes tener sorpresas así de grandes” le dice a .Dom mientrasplanifica el inicio del 2020 en la Patagonia. Hoy se reconoce como arqueólogo musical, un enólogo que saborea los sonidos del pasado, los antecedentes que acompañaron el proceso de lo que muchísimo tiempo después se condensó en lo que conocemos como música.

La extensa gira se iniciará dentro de cinco días en Chacarita, el famoso barrio porteño y el derrotero que lo depositará en esta tierra continuará en La Plata (19 enero), volando a Esquel (del 24 al 26) para continuar luego a Epuyén (7 y 22 feb), El Bolsón (15) para culminar ante comodorenses y radatilenses en Espacio Vivo entre el 28 de febrero y 1 de marzo.

Y una vez en la tierra del viento que hace volar pelucas se dedicará a bajar todo su bagaje back ground, munido de un arsenal de instrumentos aerófonos, fieles representantes de épocas milenarias, se dedicará a enseñar cómo elaborarlos y ejecutarlos, además de ilustrar su historia y proyectarlos con ceremonias sonoras, conciertos y talleres vivenciales.

“Paradójicamente, cuando doy mis talleres, conferencias y conciertos, el público que menos asiste es el de ‘los músicos’, creo que la persona que se forma musicalmente hoy en nuestro país está tan influenciada por la música europea y norteamericana, ven al desarrollo musical americano ancestral, como monótono, aburrido y poco atractivo: pero eso es porque nunca han tenido un acercamiento real a estos conocimientos y se quedan solo con un prejuicio. Es por ello que el público suele ser otro, más que los músicos, personas interesadas en la cerámica precolombina, historiadores, antropólogos, gente más relacionada con las ciencias humanas” le cuenta desde Ciudad de Buenoas Aires.

Describe que en la villa balnearia, siempre con su compañera de ruta Laura Vergara, se convoca a una serie de actividades que culminarán con la construcción de objetos sonoros en cerámica, se dictarán dos talleres: “uno sobre el cacao y los objetos rituales que desarrollaron los mayas en el periodo clásico (250 a.C. / 900 d.C.) construyendo una copa ceremonial para beber el Chocolate y un ocarina  -pequeño instrumento de viento sin llaves descendiente de primitivos silbatos hechos de barro o hueso- con una representación”. En tanto, el primer domingo de marzo, brindará uno sobre construcción de “botellas silbato de agua, uno de los objetos sonoros más particulares y sorprendentes de la época prehispánica, son flautas hidráulicas que funcionan solo con la acción del agua en su interior. Abriremos nuestra llegada a Rada con una ceremonia sonora en donde se ejecutarán diversos objetos sonoros americanos ancestrales, creando un tiempo y espacio ideales para conectarnos con el conocimiento que guardan estos sagrados del pasado”.

Europa concentra su atención, el imán son sus prestigiosos museos, están poblados de su  materia, las experiencias que desarrollará aquí tienen mucho eco cruzando el gran charco. Pero además, ha concretado una puesta en escena importante junto a un compositor francés prestigioso, autor de bandas sonoras para películas. “Es un continente totalmente receptivo a las investigaciones desarrolladas en América sobre arqueomusicología, Francia, Inglaterra, España, Bélgica, invierten mucho en estas temáticas, más que los países latinoamericanos. Desde 2012 realizo viajes contínuos a Europa para presentar mis trabajos. Participo en proyectos musicales/artísticos junto al destacado flautista francés Pierre Hamon (autor de la bellísima banda sonora de Pachamama, estrenada hace seis meses solo en los cines franceses, la nueva película de animación del director y guionista argentino Juan Antín -el mismo de Mercano, el marciano- y tiene un lanzamiento mundial en Netflix), con el cual tengo varios proyectos como “Los pasos perdidos”, dúo de flautas que presenta diversos tipos americanas y europeas realizando un encuentro de flautas intercontinental. El evento más importante tuvo lugar en el Museo de Quai Branly en París, donde participé en la exposición arqueológica ‘Chamanes y divindades del ecuador precolombino’ en la que se expusieron más de 500 piezas arqueológicas de Ecuador por tres meses junto con el trabajo audiovisual que realizamos en 2013/2016”.



-¿Cómo introducirnos a ese mundo pre musical?

-En el mundo antiguo no se conocía el concepto de música, sino más bien deberíamos de conceptualizar de forma más correcta como la expresión de “sonidos” ya que el concepto de “música”  implica muchos preconceptos occidentales. Por eso hablamos de expresiones sonoras, abrimos el campo de estudio y ampliamos las perspectivas de análisis sobre cómo el hombre en la antigüedad concebía las vibraciones y los usos y funciones con que lo utilizaban. Importante es detectar que el hombre aprendió mucho de la naturaleza, escuchando e imitando los sonidos que animales, insectos, y diferentes fenómenos naturales (tormentas, truenos, etc) otorgaban como inspiración, y también aprendiendo su funcionalidad natural (avisos de peligro, apareamiento, etc).

Con el pasar de miles de años comenzó a desarrollar diversos objetos sonoros que permitieron incrementar el uso de los sonidos para diversas acciones, una de las más destacadas fue el uso ritual, en  las antiguas sociedades encontraron en las vibraciones una forma de conexión con lo divino. Al parecer el hombre se percató de que los sonidos atraían a seres sobrenaturales y lograban una especie de comunicación con las fuerzas naturales, la naturaleza y sus seres naturales y sobrenaturales que habitan en ella son sensibles a los sonidos, creando una comunicación sagrada y trascendental para las sociedades ancestrales. En América el amplio registro de objetos sonoros con inclinaciones hacia lo ritual (más que a lo cotidiano) es a partir del 1.000 a.C., momento en el cual las sociedades complejas comienzan a desarrollarse, y se incrementa el uso de  objetos sonoros dentro de las dinámicas culturales, la aparición de los sacerdotes, chamanes y gobernantes fue fundamental para su desarrollo con alta calidad en su manufactura y la creación de insólitos sistemas acústicos, creando objetos únicos en la historia universal de la música, como lo son las vasijas silbadoras de agua.

 

-¿Qué han aportado las etnias patagónicas? ¿la cerámica es el material clave?

-En la Patagonia los registros arqueológicos no son tan abundantes como se da en otras países (Colombia, Ecuador y Perú, por ejemplo), sin embargo cuenta con pequeños grandes hallazgos, silbatos y flautas de pan. La investigación arqueomusicológica es muy escasa en la Argentina, sin embargo en Chile se ha logrado investigar profundidad acerca de los objetos sonoros patagónicos, región que compartimos al sur, y ha sacado buenas investigaciones y excelentes investigadores como lo es José Pérez de Arce quien publicó varios artículos y libros relacionados a los hallazgos arqueológicos en relación a la música del sur del continente, y por sobre todo un trabajo excelente con los mapuches, etnia la cual sigue estando presente en el territorio desde hace milenios, y junto con su cultura ancestral son un claro ejemplo de la subsistencia de las costumbre milenarios que han habitado y seguirán estando presentes en nuestro territorio.

La cerámica es uno de los materiales más utilizados por las culturas prehispánicas, en general la mayoría de los objetos sonoros arqueológicos fueron hechos en cerámica, y el estudio de este material es de vital importancia para los estudios y recuperación de los sonidos ancestrales. Principalmente los objetos sonoros que han sobrevivido al paso del tiempo fueron de cerámica y eran flautas, podríamos decir que América es territorio de vientos, tierra de flautas. Las tradiciones antiguas dicen que las flautas en cerámica son una voz que otorga la Pachamama a los hombres para poder comunicarse con la tierra, con sus espíritus. La flauta es una vía de comunicación con energías sutiles y sobrenaturales que habitan en la tierra, y es por eso que encontramos un sin fin de flautas de diversos tipos. La creatividad de los aerófonos no tuvo límites y vamos a encontrar en los restos arqueológicos los más insólitas flautas con ornamentos y personajes sobrenaturales.



-Para reconstruir el mundo sonoro de la “prehistoria musical”, la arqueología es clave, como la antropología reconstruye todo desde el inicio ¿nuestro continente tiene algún tinte específico?

-Juega un rol fundamental en el estudio de las expresiones sonoras del pasado, ya que cuando queremos conocer “la música del pasado” inevitablemente tenemos que recaer en el estudio de los objetos materiales. Las culturas en América,  al igual que en el resto del mundo, no han dejado una gracia musical que permita recuperar melodías o repertorios tradicionales, por lo que debemos tomar al objeto sonoro como una de las fuentes principales en el estudio de la música antigua. Para esto nace la “arqueomusicología”, estudia el uso del sonido en las culturas antiguas a través de los objetos sonoros arqueológicos, pero que también se vale de otras fuentes como lo es la iconografía musical, la etnohistoria, entre otras. La idea principal es entender que los pueblos antiguos han dejado una fuerte evidencia de sus prácticas culturales, siendo la música una de las más destacadas a lo largo y ancho del planeta. Sin embargo en América se da un situación especial ya que las culturas prehispánicas tenían costumbres mortuorias que han permitido la conservación de los objetos sonoros en perfectas condiciones. Esto se dio principalmente por las prácticas culturales que tenían las clases gobernantes en la antigüedad, las cuales creían en la vida en el más allá, y debían ir hacia ese viaje trascendental acompañados por los objetos más importantes que tuvieron en vida, es por ello que se apreciaran en los ajuares funerarios una gran cantidad de elementos pertenecientes al status social (joyas, metales precios, piedras, cerámicas ceremoniales, etc.), destacándose entre ellos los objetos sonoros. Es decir, que las clases gobernantes creían que en la vida al más allá los sonidos eran de vital importancia, y es por esta razón que decidan poner dentro de sus objetos preciados en los ajuares funerarios, objetos sonoros de muy alta confección y calidad, los sonidos no solo eran utilizados en este mundo, sino más bien eran elementos vitales para la vida siguiente. Es por ello que la arqueología americana cuenta con un extenso corpus de piezas arqueológicas, y su estado de conservación es excelente pudiendo volver a producir sonidos, y dar la oportunidad de escuchar las vibraciones que eran usadas hace milenios. Esta oportunidad es única de nuestro continente, América guarda consigo los registros sonoros vivos más antiguos del planeta. Realmente la historia universal de la música debería comenzar en América, y no tanto en Europa, como nos hacen creer en la actualidad.

 

-Contanos sobre tu trabajo en Ecuador…

-En 2014 comencé a trabajar en un proyecto de investigación con el ministerio de Patrimonio y Cultura del Ecuador, el cual duro tres años, y tuve la oportunidad única de recorrer las reservas arqueológicas de diversos museos nacionales ecuatorianos, como también algunos museos privados. Creo que de Ecuador he visto una gran cantidad de piezas, y es del país que puedo constatar un extenso trabajo de investigación, encontrando piezas increíbles y despertando en mí el interés por un país que hasta ese entonces era completamente desconocido. Ecuador aún tiene mucho por aportar a la historia de nuestro continente americano, en el se hallan muchas respuestas de la historia antigua de América.

También tuve la oportunidad de conocer México, Guatemala, Colombia, Perú, Bolivia, Chile y Argentina; quizás no con el nivel de profundidad como trabaje en Ecuador, pero en cada país me adentré en muchos museos. En general, el interés de recuperar el patrimonio sonoro es muy poco, nunca hay presupuestos para este tipo de investigaciones. Uno lo debe hacer todo con dinero propio, las instituciones tienen poco compromiso con esta temática, pero no debe sorprendernos ya que dentro de América hay muy pocas instituciones que se dediquen a esta temática de forma seria y académica. Falta aún concientizar más a las instituciones del legado que hay en América acerca de los sonidos y las expresiones musicales del pasado, para que de una vez por todas existan políticas públicas que auspicien y apoyen a los investigadores. Seguimos con un eurocentrismo en dar apoyo económico y sostener instituciones del pasado como lo son los conservatorios de música u orquestas sinfónicas, y para las investigaciones y agrupaciones musicales que trabajan con la temática de los sonidos ancestrales no hay espacio ni presupuestos. Igualmente, considero esto como una crítica constructiva, creo que esto puede cambiar, pero aún falta mucho camino por recorrer y concientizar a las poblaciones americanas en general.

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