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Sandra Díaz, una de las diez personalidades de la ciencia 2019 según Nature

viernes 03 de enero de 2020
Sandra Díaz, una de las diez personalidades de la ciencia 2019 según Nature
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Es una de las numerosas distinciones que recibió la argentina durante este año por su contribución en el área de ecología.



La Revista Nature eligió a diez personalidades de la ciencia que se hayan destacado durante 2019 para armar un especial. Entre los científicos elegidos, Sandra Díaz ocupa un lugar por su contribución en el área de ecología. Este año, Díaz ya había recibido el Premio Príncipe de Asturias y el Premio Bunge y Born, además de ser invitada a ingresar a la Royal Society de Londres.

En su reseña, la revista Nature la catalogó como “guardiana de la biodiversidad”. El listado de personalidades destacadas de la ciencia según Nature se completa con nombres como Greta Thunberg.

Según consigna la revista, la lista anual de Nature elige científicos que “podrían haber logrado descubrimientos asombrosos, haber llamado la atención sobre temas cruciales o incluso haber ganado notoriedad por acciones controvertidas. Aunque no es un premio o una clasificación, los 10 de Nature destacan a las personas que tuvieron un papel en algunos de los momentos más importantes del año en ciencias”.

A continuación, el perfil que Nature escribe de Díaz: El 4 de mayo, Sandra Díaz y otros 144 investigadores tuvieron un mensaje claro para el mundo. Acababan de terminar el estudio más exhaustivo de la biodiversidad del mundo, y la noticia fue peor de lo que la mayoría de los investigadores habían imaginado: un millón de especies se dirigen a la extinción debido a las actividades humanas, y tomará medidas drásticas para detener eso. “La velocidad a la que las especies se extinguen es al menos decenas a cientos de veces más rápida que en promedio en los últimos diez millones de años”, dice Díaz. “Nuestra red de seguridad se estira casi hasta el punto de ruptura”.

Esos hallazgos alarmantes provienen de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia-Política sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas (IPBES). Díaz, ecologista de la Universidad Nacional de Córdoba en Argentina, es uno de los tres copresidentes del panel. Durante la mayor parte de los tres años anteriores, ella y sus colegas, el antropólogo Eduardo Brondízio de la Universidad de Indiana Bloomington y el ecologista Josef Settele del Centro Helmholtz de Investigación Ambiental en Halle, Alemania, coordinaron el trabajo de expertos de 51 países, se reunieron en talleres físicos y en grupos de trabajo virtuales, estudiando más de 15.000 fuentes de información.

Su informe final, que abarca 1.500 páginas, dice que las naciones no cumplirán con la mayoría de los objetivos glo-bales en biodiversidad y desarrollo sostenible a menos que hagan cambios masivos, como abandonar la idea de que las economías deben crecer constantemente.

“No podemos vivir una vida plena, una vida como la conocemos, sin la naturaleza”, dice Díaz. Y si las economías continúan funcionando de una manera tan destructiva, “se necesita un nuevo modelo económico para la naturaleza y las personas”, dice.

Es un mensaje contundente y, de alguna manera, radical. Pero Díaz no rehuye hablar sobre temas importantes en ciencia y política. Ella desafió, por ejemplo, lo que alguna vez fue uno de los principios centrales de la ecología del siglo XX: la idea de que los ecosistemas y sus beneficios para los humanos, como la alimentación o la regulación climática, dependen en gran medida de tener un gran número de especies. Shahid Naeem, investigador de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York que estudia los impactos de la pérdida de biodiversidad, dice que Díaz ha liderado la tarea de resaltar el valor de lo que las plantas realmente hacen, conocidas como sus rasgos funcionales.



Esta visión y otras llegaron a Díaz a través de los años que pasó caminando por los campos de África, Asia, Europa y América Latina, recolectando hojas, midiendo su dureza y evaluando las propiedades del suelo. Es un hábito que desarrolló mientras crecía en el centro de Argentina, cuando exploraba las praderas pampeanas mientras otros tomaban sus descansos por la tarde. “Me escaparía de la siesta para ver plantas y animales”, dice ella. “Desde que era estudiante universitaria, sabía que quería ser investigadora”.

Díaz tiene una segunda carrera ahora, más allá de la ciencia de la conservación, influyendo en las políticas a través de su trabajo con IPBES. Ella se congratula de cómo el informe del panel está siendo adoptado por muchos movimientos sociales y ambientales, incluida la Extinción Rebelión, que están presionando para una acción más fuerte y más urgente sobre el medio ambiente.

“Nos ha sorprendido su alcance”, dice ella. “El informe llegó en el momento adecuado”. Y a pesar de su pronóstico sombrío, Díaz se niega a ser pesimista sobre la capacidad de la humanidad para cambiar las cosas. “Tengo que ser optimista”, dice ella, “porque no hay un Plan B”.

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