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Mercedes Dutto, fuera de temporada

martes 19 de noviembre de 2019
Mercedes Dutto, fuera de temporada
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(Por Irina Svoboda) Quienes seguimos la obra de Mercedes sabemos que nunca es su última muestra, sino un avance de una saga imposible. La entrega anterior fue “Insight” (julio2019) en el interior de su taller-galería-motor-universo. Hoy nos reúne una segunda secuencia, “Fuera de tiempo”, que se desarrolla en el Centro Cultural de Rada Tilly, un espacio exterior-la intemperie. El hilo conductor entre ambas muestras podría ser el intento de recuperar la potencia de la imagen como tal frente al texto. Anular el texto o la referencia escrita de la muestra, no es una decisión menor.


-¿Qué pensás al respecto? ¿puede la imagen prescindir de la palabra escrita para dar cuenta de sí misma?

-Yo creo que todas las muestras son parte de un proceso, un ejercicio de distanciamiento de lo que uno viene trabajando. Personalmente, siempre necesito agarrarme de lo escrito o escribir algo para tener alguna referencia de lo que estoy haciendo en el taller. A veces pasa que voy avanzando en el trabajo, me encuentro haciendo algo, pero no tengo totalmente las palabras para definirlo exactamente. Ahí es donde se empieza a generar algo interesante para no todo el tiempo tener que terminar en el texto que define o que encierra un poco la imagen. Quería prescindir de las palabras en lo posible. Me parece que hoy ya no necesitamos ver el cartelito para decir “estás viendo pintura”. Me interesaba trabajar por el lado de generar una experiencia para el que va y recorre la muestra; ve las cosas que hay, ya sea pinturas, objetos o algo que se arma. ¿Qué es lo que se arma? ¿Qué sucede en todo ese recorrido cuando lo ves? Espero que las palabras en esta muestra, y espero que en la que viene, no sean necesarias. Que no tenga que agarrarme de ahí para poder trabajar.

-¿Qué textos e imágenes nutrieron este proceso? 

-Tengo una pila de cosas que me gusta leer.  (Los libros de la pila de la que habla Mercedes son “Belleza Compulsiva”, de Hal Foster; “Historia de la fealdad”, de Umberto Eco; un libro sobre Goya; “El leguaje de los dioses: arte, chamanismo y cosmovisión en Sudamérica”, editado por Ana María Llamazares y Carlos Martínez Sarasola; “The five people you meet in heaven”, de Itch Albomy y “Disgrace”, de Coetzee). La biblioteca es fundamental. Siempre es necesario leer y entender la obra de otros artistas que te resulten interesantes. No solo artistas que trabajan en cosas muy afines a lo que uno viene haciendo, sino que te puedan abrir un poco hacia otros caminos también interesantes. Este año vengo leyendo bastante, siempre algo de surrealismo y algo también de novelas; sobre el más allá, ideas sobre otras cosmovisiones que no sean la occidental, sobre cómo nos relacionamos con la naturaleza y la relación de nosotros en el mundo, con las cosas.

Leer variado, libros como “La Historia de la fealdad”. Me interesa lo que va por otras vías y no lo que se ve en redes sociales. Siempre “tenemos que ser”; por ejemplo, no se puede ser viejo. El tema de la vejez, de la soledad... Hoy no se puede ser viejo, se tiene que ser un viejo joven. Hay que llegar a la vejez manejando todo lo que los jóvenes manejan, hay una exigencia enorme todo el tiempo. Exigencia de ser de cierta manera, en cierto formato, no solo por la tecnología. En sí, esa exigencia de ser. Me gusta rodearme de cosas que son todo el tiempo lo opuesto a eso, artistas que su interés pasaba por otro lado.

Acá tengo un librito de Goya que además de ser un pintor de corte, su obra fue otra, no la que hacía para la corte.  Obras en donde él pudo desarrollar los grabados, las pinturas negras, todo ese mundo que aparece por detrás de su pintura de corte. Me interesan las vías no permitidas por el mainstream.

-La idea de la soledad como refugio, como bien mencionás, cobra sentido en un contexto de hostilidad e hiperconexión. Además de abordalo poéticamente en la muestra ¿qué estrategias usás para salir de la hiperconexión?

-En esta muestra estoy hablando de algo que se desconectó, en general nos volvemos antisociales en una sociedad en la que estás todo el tiempo empujado a ser social. Estás acorralado en ciertas situaciones en las que hay que ser de cierta manera. La cosa formateada, cosas con que cumplir, me resulta poco interesante, tedioso. Por eso no me interesan las redes sociales, les huyo porque no encuentro algo que me resuene, que me genere algo. Empiezo a hacerme preguntas: ¿qué estamos haciendo?, ¿qué nos pasa que necesitamos todo el tiempo mostrar lo que estamos haciendo? Me interesa otra verdad. Solo es cuestión de mirar un poco y conectarse y ver qué sucede a nuestro alrededor y suceden muchas cosas.

-¿Cómo es tu relación con la virtualidad que ofrecen las redes sociales?

-En realidad no tengo el afán de estar todo el tiempo presente. No me interesa: “hago un dibujo y digo miren lo que hice”, no le veo la razón. Creo que el trabajo se hace en el taller o en donde vos estés trabajando. Me pasa con mi trabajo, siento que quiero hacer algo relevante con mi obra y para el contexto, para la situación, que no sea solamente aplaudir.

Siento que soy muy mala con eso, me doy cuenta que no es lo mío, me cuesta muchísimo. Hay algo que vi con Instangram: tenés que estar todo el tiempo para que alguien te de un like al mismo tiempo tener que estar dando likes. Lo que me pasa es que, a todo el mundo le debe pasar… el tiempo es súper valioso. Estás haciendo éso o estás trabajando para tu obra. Trabajar para llegar a algún lado en un sentido consciente, la idea no es que sea erudito, sino hacer un trabajo consciente.


-¿Cuál crees que es el lugar de artistas en este contexto?

-Yo vengo haciendo un trabajo hacia adentro, pensando, reviendo mis cosas para mejorar en un montón de sentidos y siento que siempre me vuelvo a equivocar. Y siento que hoy, el artista debe tomar un lugar en que pueda plantear cosas que nos hagan más conscientes a todos. Creo que ese es un lugar muy bueno para el artista y no solo hacer una muestra para que te digan qué bien te sale, qué bien lo hiciste. El trabajo en el arte me parece que es un trabajo de toda la vida, obviamente no todo lo que hagamos puede ser relevante, ni condensar ciertas cosas que son las que queremos plantear o sentir. A veces pasa mucho tiempo y estamos boyando de un lugar a otros sin poder encontrar lo que queremos hablar y en ese tiempo podemos hacer muchas cosas diferentes: muestras, performances, lo que sea, es parte de ese proceso. Hay un momento que está bueno hablarlo y decir vamos a hacer algo, no pasarnos la vida pivoteando, como esos likes. Hace tiempo que me resuena esa idea de que hay gente que pivotea, tocando las piedras, como cuando las hacés rebotar en el agua. Yo prefiero meterme por abajo, zambullirme aunque me cueste la densidad, porque abajo no se ve, hay que bancárselo un poco.

-Hay algo que sucede en la muestra, a priori percibimos algo bello, luego surge cierta  incomodidad, hay algo engañoso con los colores ¿Qué es lo que está pasando?

-En esta muestra es una de las primeras veces que me pasa que me estoy acercando a lo que quiero hablar. Sé que me equivoqué, no estoy del todo conforme por cuestiones que después se te van de las manos. El color me permitió entrar en un mundo, de ciertos bordes, de cierto silencio, que justamente tiene que ver con esto social, con cierta violencia y con lo local.

Trabajé muy desde lo local, tal vez, todo lo expuesto, lo que se vino desde el temporal. Algo se volvió desde adentro hacia afuera. No podemos, en Comodoro, no hablar de ello, en muchos niveles y creo ese momento fue muy importante para mí. Tal vez porque cuando uno se enfrenta a algo que te saca de la normalidad, empezás a ver las cosas con otros ojos, sucede algo. Me interesó eso que yo sentí, que todo el mundo pudo ver y presenciar. Hubo algo que quedó expuesto y me detuve un poco en eso.

Creo que pasan varias cosas, el color me permitió, avanzar sobre estos temas que son incómodos y que duelen. No porque sea algo personal sino porque son lugares que te hacen pensar: la situación del que queda al margen, lo viejo, lo loco. Porque hay cierta locura con las situaciones extremas y que queda expuesta. Las reacciones a todo ese caos violento. Hay situaciones que te llevan a los extremos. ¿Qué pasa con lo que se apaga?, hay un fuego que se apagó, todo lo que queda, cómo llevamos ese peso. El color te lleva hacia otro lugar, una puerta, a pesar de algo que está sucediendo.

En una serie de pinturas tal vez muestre rostros que están transformados por las situaciones y al mismo tiempo nos permite encontrarnos con eso, yo no quería que fuera un palazo en la cabeza para el que lo ve, porque no tiene mucho sentido. No quería plantear en la muestra algo para violentar al espectador. Me interesa reunirnos con cierta sensación de realidad local, eso fue un golpe muy duro para un montón de gente.

-Volvamos a la intemperie. En la muestra hay tres objetos, son fuegos, de algún modo articulan el espacio expositivo ¿Qué representa para vos el fuego?

-Hay un fuego, el más elaborado, que trabajé con tachuelas, que es seductor. Supongo que para el que entra la muestra es algo que llama la atención, tiene su brillo, atrae como objeto. Al mismo tiempo te das cuenta de que es un fuego por los troncos intervenidos. Pero en realidad es un fuego que está totalmente inerte, es pesado, no algo que genere vida ni que te dé la sensación de que ahí hay algo que te abriga, porque justamente es frío. Me interesaban las contradicciones en el material y el objeto. Plantear al objeto como algo que nos hace preguntarnos cosas, que no esté cerrado. Es algo que recién estoy empezando a elaborar y lo comparto.

Después está el otro fuego que tiene una relación con las pinturas de los rostros transformados, que es un fuego apagado, que está bajo tierra con cenizas. En el fuego todos podemos relacionarnos y cada uno puede poner ahí alguna cuestión o puede sentirse llamado por ese fuego apagado. Puse un poco en cuestión lo relacional, el fuego es siempre relacional, que nos convoca en grupo. Ese momento o esa idea de los distintos fuegos para convocarnos a la reunión y a pensar en grupo. También, qué nos pasa cuando nos reunirnos o no nos reunimos. Y están los otros troncos, que es un fuego escapado de la realidad. Están pintados de colores, tienen algunas cosas hacen que sea un tronco que no se puede prender fuego. Hay algo que le creció, hay una planta que ya lo cubrió, es un tronco petrificado del pasado, es algo extraño.  Pensar la idea de lo que emana del fuego, lo que nos sucede cuando hay algo, esa experiencia que es algo colectivo, es una experiencia que tenemos todos en algún momento de la vida.

-¿Es la primera vez que trabajás con situaciones locales explícitamente?

-Cuando trabajé con Lote 4 (un colectivo que integró junto a los artistas Cristina Morales, Viviana Miranda y Emanuel Díaz Morales).  hicimos muchas experiencias de campo, algo colectivo. Yo hice varias foto-performance, empecé a trabajar en el espacio, el que habitamos, Comodoro y los alrededores. Trabajando en esos espacios, creo que algo surgió. Hay algo en estos lugares, el aire, el magnetismo de la tierra, una vibra que no está en ningún otro lado y somos así porque el entorno es difícil. Tenemos que dejar que todo eso nos atraviese, que fluya, que la obra pueda hablar de esto. No es una verdad revelada, yo siento que hoy tengo que trabajar acá con las cosas que pasan acá y de lo que somos. Esa sensación que algo raro puede suceder en cualquier momento. Lograr que entre en el trabajo, no estar queriendo lograr la imagen, por la imagen misma.

-¿Hay una nueva manera de ver tu trabajo?

Estoy conectando mucho ciertas cuestiones conceptuales de relevancia, como fuente de inspiración, que permita interpelar a otros. Que te llame de vuelta a la obra, que te haga mirar de nuevo y que no solo piense. Sé que cosas me mueven para hacer algo, no es algo biográfico ni autorreferencial.

“Fuera de tiempo” se puede visitar hasta el martes 17 de noviembre de 17:30 a 20 horas. en el Centro Cultural de Rada Tilly.



Mercedes dixit

#De papel

“Siempre me sirve trabajar en varios soportes y cosas a la vez. El papel siempre me saca y me da otras formas, también me ayuda a sintetizar. Me gustan como están resueltos, hay cosas que aparecen en las pinturas. En estos dibujos aparecen las texturas, hay un proceso. No es que yo me pongo a pintar, llegar a algo es un avance y hay que pasar por un montón de lugares. El trabajo en el papel a mí me sirve muchísimo para eso, como ejercicio. Es más automático, te sentaste y empezaste a trabajar, no te demanda otras cuestiones”

#Escena local 

“En Comodoro se está trabajando en un montón de lugares, obviamente no todos podemos trabajar igual, hay una nueva consciencia en los artistas de reunirse o de armar cosas por fuera de los canales institucionales, y es por ahí. Creo que pasan varias cosas de relevancia que todos tenemos y todos podemos generar, pero hay que trabajar mucho más. La escena cultural y artística, está mucho mejor que en otros momentos y eso se nota cuando ves todo lo que pasa. Hay que tomárselo con calma, no estar apurado por ser siempre protagonistas de algo que tampoco sabemos qué es. La escena artística en la Argentina siempre fue muy limitada y estructurada. Escenas centradas en Buenos Aires, Córdoba, Rosarios y después focos que se pueden llegar a activar, a abrir. El Fondo Nacional de las Artes hizo mucho de trabajo de campo, de activar escenas. Después está el trabajo propio y de los artistas, que hay que hacer crecer”.

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