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Lejos de lo pretendido

lunes 14 de octubre de 2019
Lejos de lo pretendido
lejos-de-lo-pretendido
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Con un gol de Matías Canario en el primer tiempo, Defensores de La Ribera de Rawson le ganó 1-0 a la Comisión de Actividades Infantiles. El juego correspondió a la segunda fecha del Torneo Anual Clasificatorio que organiza la Federación Patagónica. El conjunto comodorense no jugó bien pero mereció al menos el empate. En la próxima fecha visitará a Racing de Trelew.

Imprecisión es la palabra que puede conjugar gran parte de lo que padeció la C.A.I. en una tarde muy contrariada. De lo planificado salió poco y nada. El sello de la posesión, circulación y presencia en el campo de enfrente, no estuvo vigente. En cambio, hubo indecisión y lo que podría tomarse como algo preocupante es que quedó una sensación de inseguridad que no es típica en el "azzurro" de los últimos tiempos.

El primer tiempo se podría enmarcar entre los de producción tan baja que llamó mucho la atención. Costó enhebrar la asociación para progresar, cayendo en una telaraña visitante que se convirtió en traje de frustración.

Como es un juego de oposición, para que nazca y se desarrolle ese nivel de juego local, hubo una lógica influencia de la proposición de Defensores de La Ribera.

Sería cómodo despotricar contra los capitalinos por la manera de encarar el juego. No hubo atracción alguna en los modos, consiguió el gol en la primera llegada profunda y luego abrazó el manual de derecho a defensa. Rechazó todo lo que caía cerca del área y cuando la pelota traspasaba la última línea, la sobriedad del arquero Walter Oros fue suficiente para impedir que se concreten las necesidades de la C.A.I.

Pero más allá de denunciar el escaso vuelo futbolístico de Defensores, es justo enunciar que ante esa manera de jugar, la C.A.I. no supo aplicar el antídoto que lo encamine, no pudo derribar la mezquindad del visitante y cerró la tarde con esa sensación inequívoca de reconocer que para que el resultado termine de esa manera, mucho tuvo que ver la impericia propia.

Aún así, a varios kilómetros del ideal, la C.A.I. mereció el empate. Porque contó con posibilidades de gol, principalmente en el complemento, porque en la fracción inicial, el área visitante se convirtió en terreno minado.

Sin mucho por volcar en el análisis del comienzo, apenas pasado el cuarto de hora, Defensores llegó al gol. Agustín Siden desbordó por la izquierda, llegó hasta el fondo y el centro bajo fue capitalizado por Matías Canario para anticipar en el área chica y dar el pase a la red.

Desde ese momento hasta el final, los visitantes hicieron honor al nombre, aunque no hubiera estado mal anteponer otra palabra: Ultra-Defensores. Porque protegieron la diferencia mínima despojándose de cualquier prurito. Había de atrincherarse y no hubo contemplaciones con el juego. La Ribera abrazó la bandera del compromiso para impedir los deseos de la C.A.I. y le salió bien.

Con Luis Vidal apartado de la incidencia que generalmente tiene en el armado, la C.A.I. se auto-limitó. Sin la participación necesaria de los puntas para desnivelar, las trepadas de Germán Martínez pasaron a ser el conducto más utilizado para aplicar desequilibrio de mitad de cancha hacia adelante.

La profundidad en los desbordes del "Colo" Martínez fue lo más ofensivo de la C.A.I. Podría titularse como virtud -que no deja de serlo- pero también denuncia la impericia de los comandantes habituales que debe tener un juego colectivo.

Por ahora, Sebastián Díaz está distanciado del gol. Tuvo tres posibilidades y falló en todas, las más claras fueron un cabezazo cerca del punto del penal que Walter Oros atrapó con seguridad y otra fue un remate adentro del área que dio en el travesaño. En ambas situaciones, los orígenes se dieron con desbordes y centros de Germán Martínez.

Después hubo muy poco. Casi nada. Un partido de muy bajo nivel entre uno que quiso y no supo, frente a otro que nunca intentó algo decoroso que se emparente con la belleza que regala el futbol.

Obvio, a Defensores le importará un céntimo -y seguramente menos- esta opinión. Juntó los tres puntos, los acomodó en el bolso y se fue silbando bajito hacia Rawson.

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