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Caso Hernán Soto: Una clarividente de Mendoza da por muerto al niño desaparecido en 1997

jueves 04 de julio de 2019
Caso Hernán Soto: Una clarividente de Mendoza da por muerto al niño desaparecido en 1997

Caso Hernán Soto: Luego de 22 años y 5 meses desde la misteriosa desaparición del niño de 10 años, la versión de la clarividente mendocina reafirma una vieja hipótesis publicada por aquellos tiempos por Crónica, aunque no fue investigada.


Durante mediados y fines de la década del 90 y también a comienzos de 2000 varias fueron las desapariciones de personas en esta ciudad que quedaron sin resolver y en los más absolutos misterios. Una de esas desapariciones fue la del niño Hernán Enrique Soto, tenía 10 años y desapareció un 1 de enero de 1997 en el camping “San Carlos” ubicado al norte de la ciudad que aquella tarde tenía una capacidad de unas 2.000 personas.

[caption id="attachment_585818" align="alignnone" width="573"] Hernán Dario Soto Desapareció del Camping San Carlos el 1 de enero de 1997.[/caption]

El pequeño había concurrido con sus padres, hermanos, tíos y otros vecinos en una furgoneta y un viejo Ford Falcon que habían partido desde tempranas horas de la mañana desde la calle Luis Sandrini al 4.500 en barrio Máximo Abásolo y en el Camping “San Carlos” cercano a la zona de Astra se habían instalado en el fogón 40.

Caso Hernán Soto: Fue a comprar y nunca regreso


A eso de las 3 de la tarde el niño le pidió unas monedas a un tío para comprar algunas golosinas y luego se perdió entre la gente, probablemente camino a una proveeduría del lugar y nunca más se lo volvió a ver. Hubo personas que dijeron haber visto a un muchacho llevar de la mano a un niño de características similares y que pasaron frente a un puesto “El refugio” rumbo a una letrina.

En las inmediaciones encontrarían tiempo después rastros de pisadas de adultos y de la zapatilla de un niño y hasta una maestra llegó al lugar -predio de la familia Herrada- y reconoció un dibujo como si fuera de Hernán, pero jamás, nunca más, se volvió a saber de su paradero. Desde entonces, durante todo el verano y gran parte del otoño, fueron cientos las personas abocadas a la búsqueda del pequeño: policías con canes adiestrados, Ejército Argentino, Defensa Civil, Bomberos Voluntarios y hasta recorridas de Prefectura Naval Argentina por la zona costera, sumados a grupos civiles, estuvieron rastrillando cielo y tierra para dar con su paradero.

Todo resultó infructuoso y la familia, especialmente Marcela Muñoz, madre de Hernán, siempre mantuvieron la esperanza de encontrarlo con vida. Incluso, se difundieron imágenes de cómo sería Hernán a los 20 o 25 años. Hoy rondaría los 33 años.

[caption id="attachment_585814" align="alignnone" width="873"] Marcela Muñoz, madre de Hernán, siempre mantuvo la esperanza de encontrarlo con vida.[/caption]

La familia recurrió a muchas personas que podrían indicarle caminos donde encontrarlo, incluyendo videntes y clarividentes. Justamente, en estos últimos días trascendió el video de una prestigiosa clarividente oriunda de Mendoza, quien a más de 22 años, coincide en parte con lo oportunamente manifestado a este medio, por una vidente comodorense que también fue efectiva en aciertos en otros casos policiales de la ciudad.

Rastrillarían la zona norte del camping


Verónica de los Santos es la clarividente de Mendoza y goza de prestigio ya que ha colaborado y han requerido sus servicios no solo la policía de Mendoza, sino otras del norte del país. En su momento, la madre de Hernán Soto la requirió también, pero por diversos inconvenientes, no pudo llegar a Comodoro. Hizo un trabajo de clarividencia a la distancia y hay un video que apareció estos días por la red social Facebook.

Y las palabras de la clarividente no son para nada alentadoras para la familia Muñoz Soto, aunque no hacen más que reafirmar algunas de las hipótesis que 22 años atrás se barajaban en torno a la desaparición del niño.

“Apunto a quien estaba de cuidador en ese entonces” comienza en su alocución Verónica de Los Santos a la par que agradece a Marcela Muñoz de haberla recibido alguna vez en la terminal de transportes céntrica cuando andaba de paso. “El pequeño no tiene aura de vida, y hago mucho hincapié en su problema epiléptico, cuando se ataca a una persona epiléptica, debido a los nervios se pueden producir ahogamientos, convulsiones, un paro cardiorrespiratorio y hasta pueden morir de los nervios por la mala situación que le toca vivir”.

Y prosigue la clarividente manifestando que al niño se lo llevó un hombre joven, de más de 30 años, morocho y que el cuerpo del pequeño está cerca y al norte del camping donde allá por el 97 había una especie de lago. “Fue puesto en agua” señala y que lo sacaron después “de un día o dos” y que pudo tratarse de un tema de pedofilia o simplemente de gente malvada.

Esta versión nueva de la clarividente mendocina, reafirma una vieja hipótesis publicada por aquellos tiempos por este medio, aunque no fue investigada.


No fue un verano cualquiera aquel de comienzos del año 1997. La desaparición del niño Hernán Enrique Soto (10) motivó la guardia diaria de equipos periodísticos en una época sin internet ni teléfonos celulares que anunciaran en segundos cualquier tipo de información.

El viaje hacia el camping San Carlos, al que había que llegar por sinuosos caminos de tierra pasando el barrio Astra de zona norte, se realizaba, indefectiblemente, todos los días en busca de novedades. A veces los equipos periodísticos dejaban su móvil en el estacionamiento del camping y subían a las 4X4 de Defensa Civil o algún Unimog del Ejército para recorrer los cerros de las inmediaciones e incluso llegar hasta la zona de Puerto Visser.

Toda la comunidad estaba pendiente de esa búsqueda desesperada del menor de 10 años desaparecido misteriosamente una calurosa tarde de un 1 de enero en un lugar que albergaba unas 2.000 personas. Se rumoreaba, se hablaba y se escribían las diversas hipótesis que iban surgiendo con el correr de los días y las semanas. Que por un campo, al costado de la ruta 3 cerca de Garayalde y camino a Camarones, habían visto un peón rural a caballo cargando en su montura con un bulto que parecía ser un niño.

Y hacia tales lugares el juez de turno mandaba una comisión policial para verificar la versión para luego, simplemente, desecharla. Y otra hipótesis la dejó entrever al cronista una reconocida vidente con la cual había colaborado en dos casos policiales resonantes con asombrosos aciertos: Mary Da Silva, o “Mary, de las 1008” como se la conocía en aquel entonces cuando eran innumerables los llamados a esta redacción queriendo conectarla.

La vidente


Mary en su videncia hablaba de un individuo de unos 30 años, bajo los efectos de determinadas sustancias alucinógenas, de una casa deshabitada en las cercanías, al norte del camping, de una especie de lago artificial que luego fue drenado; y también de un aljibe. Que al niño lo habrían tenido uno o dos días en esa casa deshabitada y que le dieron de comer manzanas y que hasta le permitieron dibujar; que cuando el caso comenzó a tomar notoriedad sacaron al niño de esa casa con rumbo desconocido y que de la noche a la mañana el encargado cerró la tranquera con un candado que solo volvió a abrirse días después, cuando llegó la policía con una orden judicial.

Se hablaba y se escribió también que determinadas personas allegadas al camping y a ese hombre joven morocho pertenecían a una supuesta secta religiosa. Y algo de lo mucho que se dijo y escribió en aquellos días molestó sobremanera al -en ese entonces- dueño o encargado del camping que, una tarde, al ver llegar al equipo periodístico de Crónica, agarró de su mesa un largo, filoso y no menos temerario cuchillo y con los ojos algo desorbitados y fuera de sí, salió decididamente a encarar al cronista con intenciones de herir, y tal vez algo más, su integridad física.

El asustado cronista recuerda aquel momento de mucha tensión y aún sigue agradeciendo al entonces comisario Hugo Aníbal Rearte, jefe de la Unidad Regional, que andaba cerca junto al Grupo GEOP para reducir al exaltado hombre. Pasaron días, semanas y quizás meses, aquel exaltado hombre estaba mucho más tranquilo, llamó a la redacción, pidió por el cronista y pidió también la correspondiente disculpa. Las visitas periodísticas al camping San Carlos siguieron prolongándose por un tiempo más en busca del niño que nunca apareció. (M.G.)

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