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Ángel Hernández: "No tengo miedo, estoy tranquilo, mi mujer dejó de sufrir"

viernes 05 de abril de 2019
Ángel Hernández: "No tengo miedo, estoy tranquilo, mi mujer dejó de sufrir"

Ángel Hernández pudo dormir anoche en su casa tras quedar en libertad y prestar declaración por ayudar a morir a su esposa, María José Carrasco, enferma terminal, y aseguró que no tiene miedo y está muy tranquilo porque su esposa dejó de sufrir.

"He dormido muy bien esta noche, llevaba 48 horas sin dormir y no había podido dormir en los calabozos, ha sido imposible; afectado, allí encerrado, no he podido hacer el duelo de mi mujer, estoy muy cansado", explica Ángel Hernández en su domicilio, donde convocó a los medios de comunicación.

Quiere hacer declaraciones para seguir con la batalla de la regulación de la eutanasia y para que otras personas no tengan que padecer los fuertes dolores que desde hace meses tenía María José.

“Quiero que sirva para que la eutanasia se apruebe, por el sufrimiento que estamos padeciendo muchísima gente, como mi mujer”.

“Si yo os doy estas entrevistas no es por mí, ni por mi mujer porque ya ha fallecido, sino por lo que ha quedado y por lo que queda, la gente que está en la misma situación que mi mujer”.

Reclama una ley de regulación de la eutanasia que -recuerda- “está en el Parlamento, se ha intentado que se aprobara pero tanto el PP como Ciudadanos la han bloqueado”.

“Lo que me interesa no es que me apoyen y que reconozcan que valiente he sido o lo que hemos hecho, sino que sirva para que la eutanasia se apruebe, por el sufrimiento que estamos padeciendo muchísima gente, como mi mujer”, insiste.

Reconoce que tomar esa decisión fue “terrible” y destaca que la valiente fue María José “porque es difícil decir se acabó”. “Nosotros que no somos creyentes, sabemos que esto es el final y claro, ella tenía muchas ganas de que acabara esto y mucho miedo por lo que me pudiera pasar”.

Cree que lo que hizo es “un acto de solidaridad”. “Ella no podía y yo he tenido que prestarle mi mano, ella lo quería hacer, no lo podía hacer y yo le he prestado mis manos”.

“En la situación en la que se encontraba ella, que ya era sufrimiento, que ya era refractaria a los medicamentos, a la morfina, ya los médicos le querían cambiar a otro medicamento y yo dije no, ya no puede ser que siga sufriendo”, relató.

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