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Leila Ramos: pelear como chica

miércoles 20 de febrero de 2019
Leila Ramos: pelear como chica
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(Por Flor Nieto) Terminó el colegio como Bicampeona Mundial de Taekwondo. A los 15 se consagró en Londres, a los 17 en Buenos Aires. Esfuerzo, pasión y garra, al frente y hacia adelante. Leila es puro girl power. En Londres, antes de competir por el título mundial de Taekwondo, Leila se relajaba con los mismos pasos de murga que había aprendido en su barrio. Llegó su turno, ganó. Tuvieron que repetírselo varias veces porque no lo podía creer. Tenía 15 años.





Egresaste del colegio como bicampeona mundial...

Sí -risas-. Empecé Taekwondo como a los 7 u 8 años en Laprida, por intrusa. Siempre lo digo así -risas-. Mi tío Santiago llegaba de entrenar con la ropa que usamos, que se llama Dobok y era como: “¿Qué hacés? ¿Por qué tenés esa vestimenta?”. Es re rara si la ves. Me metí a ver si me gustaba y me gustó, pero también a esa edad practicaba Hockey y Volley. Hacía tres deportes y a los 9 años mi mamá me dijo que elija uno así me dedicaba eso. Yo mucho del Taekwondo no era pero así nomás me tiré y fue una buena elección. No me arrepiento -risas-. Me gustaba el hecho de compartirlo con un familiar y que cada vez que había torneo o exámenes, estaba mi abuela, mi mamá. Siempre tuve el apoyo de mi mamá, mi papá me decía: “No, no quiero que hagas eso porque vas a venir toda golpeada” -risas-.

En tu fanpage está el nombre de tu barrio, de Laprida…

Mi papá y mi abuelo son conocidos en el barrio, de la cancha, pero hacerme conocida por mí fue re lindo. Cruzarme nenes en la calle y que me digan: “¿Cuándo me vas a dar clases?” o “Quiero aprender de vos”. Más después del Mundial, fue tremendo golpe. Llegué de Inglaterra, era de noche y había mucho viento. Mucha gente salió a aplaudirme, fue re emocionante. De Laprida me gusta mucho la gente que colabora siempre que hago ventas, hasta el día de hoy siempre hay alguien que dice: “Cuando hagas algo avisame asi te compro” con tal de colaborar. De chica también hacía Murga en Laprida.

¿Y cuándo empezaste Murga?

Casi a la misma edad, como a los 5 o 6 pero no bailaba. Iba adelante disfrazada. Después mi papá y mi mamá se hicieron una murga y ahí empecé a bailar. Ahora bailo en una que queda en las 1.311, Poesía Murguera. Me gusta porque es una liberación. Me siento libre, no es tan estructurada como el Taekwondo pero si me dan a elegir me quedo siempre con el Taekwondo -risas-.

¿Qué encontrás en el Taekwondo?

Mucha felicidad. Por ahí tengo mis días re malos y no quiero ir a entrenar pero voy igual, por el simple hecho de saber que voy a volver mejor. Cada vez que comparto momentos con los alumnitos de mi Saonín -Sergio Oyarzo, Taekwondista, instructor y subcampeón mundial-, me llenan más. Veo que ellos quieren aprender y ser alguien más en el futuro. Aparte me tienen como ejemplo y quieren ser como yo -risas-, siempre me lo dicen. Me alegran más. Es re emocionante, igual siempre les digo que ellos van a ser mucho mejores que yo. Si es lo que les gusta, quiero que vayan por más. Este año tengo en mente poder poner mi escuelita en Laprida.



¿Cómo es entrenar para un Mundial?

Para el Mundial de Inglaterra tuve más que nada nutricionista y entrenamientos. Si bien llegué con la mente muy cansada porque era mucho estrés, para el de Argentina estuvimos mejor organizados. Son como 5 o 6 horas de entrenamiento por día, mínimo. Mi instructor fue el que me ayudó a conseguir nutricionista, con mi mamá, después kinesiólogo, masajista, psicóloga. Fui más relajada y más preparada, pero creo que porque ya había participado de un Mundial. Tuve mucho apoyo y siempre fue por gusto, nunca me cobraron.

¿Cómo es entrenar con la Selección Argentina de Taekwondo?

Eso ya es un re gasto primero porque todos los fines de semana se entrenaba en Buenos Aires o en Rosario, siempre me lo pagaba mi mamá. De acá de Deportes solo conseguimos cuando tuve que viajar a Inglaterra. Mientras tanto, mi mamá pagaba todos los pasajes de los fines de semana, o mis compañeros por ahí prestaban la tarjeta y nosotros les devolvíamos. Siempre pudimos llegar a pagarlos menos dos fines de semana. Este mundial no se me dio porque era mucha plata y ya no podíamos. Lo que veo y me molesta mucho es que Deportes de acá, ayuda más que nada al Fútbol o Rugby pero muy poco. Es todo fútbol. El otro día fuimos al acto que se hizo en la Escuela N° 1 y a nuestra escuela le dieron $30.000. Tenemos más de 100 alumnos y tenemos que organizar regionales o ir a participar y tenemos que seguir vendiendo porque no alcanza, viajamos más de 60 competidores. Vi que a algunos clubes de fútbol les dan millones ¿Con qué necesidad? Si ya tienen su club, todo. Noto mucho que hay demasiada prioridad con el fútbol. Mucha gente dice: “¿Por qué no te ayudan si viajas todo el tiempo?”, de mi escuela también viajamos 5 al Mundial. Ninguno recibió ayuda y tuvimos que trabajar, encima los mundiales se pagan en dólares. Aparte de entrenar, tenés que trabajar.

En 2016 no solo participaste por primera vez en el Mundial de TaeKwonDo en Londres sino que te consagraste campeona ¿Cómo fue la previa?

Fue re loco, estaba re nerviosa. Como no había ido con mi Saonín no tenía a quién decirle lo que me pasaba, no tenía tanta confianza con mis compañeras de selección o entrenadores. Tenía al hermano de mi Saonín, que es igual -risas- y antes de entrar a competir en la primer pasada, me puse a bailar murga pero con los pies nomás, para relajarme. Siempre dije que me relaja. Hice eso, entré y estaba en blanco, solo concentrada en lo que tenía que hacer y para lo que me había preparado. Di lo mejor y cuando me consagré yo no lo creía. Encima fue contra una compañera de la selección, del equipo. Fue más shockeante. Ella me abrazó y me dijo: “Sos la campeona”. Yo no entendía nada. Salí de ahí, me fui a poner los guantes porque ya me llamaban para pelear y justo veo al hermano de mi Saonín, me abrazó y fue como si hubiese abrazado a mi instructor. Ahí caí y me largué a llorar. No sabía si ir a pelear o festejar que había ganado. Lloré un montón, lo peor es que hay un video de eso -risas-.

¿En qué pensás cuando estás compitiendo?

Solo pienso en lo que tengo que hacer, cuando termino me relajo: “Ya está, hasta acá llegué. Di lo mejor, ahora depende de los jueces”. En el momento en el que espero a que den el fallo se me pasan todos los entrenamientos, el sufrimiento, el llanto, todo lo que viví hasta llegar. En este mundial cuando me anunciaron como ganadora la primera imagen que se me vino a la mente fue la de mi mamá. Tener a mi Saonín atrás, también fue mucho mejor. Me gustó más este mundial, estuve más acompañada.



¿Qué te pareció Londres?

Me re gustó, aunque estuve muy desconectada. Tenía un celular re chiquito, en el cual tenía que tener wifi sí o sí. Justo el primer día se me cayó el celular al inodoro, re mala suerte. Estuve muy incomunicada con mi mamá. Después de la competencia ya quería volver y me quedaba una semana más para pasear. Mi compañero de allá, de Río Negro, me prestaba el celular y hablaba con mi mamá cada tanto. Mi recuerdo favorito es haber compartido los días y las noches con los compañeros del equipo. Fue re divertido. De paseos, me gustó mucho conocer el Big Ben. Es una ciudad re linda, muy limpia.

¿Cómo volviste después de eso?

Si bien estaba re triste, cuando llegué a Buenos Aires estaban mi mamá y mi hermano. Aprovechamos el tiempo allá. Cuando volví era todo llanto y locura, no pensé que iba a esperarme gente en el aeropuerto. Dije: “Bueno, llego y me voy a dormir”. Estaba re muerta, es re cansador el avión. En cuanto llegué mi papá me pasó una remera que decía: “Bienvenida Campeona” y cuando salí había un montón de gente. Familia, amigos, compañeritos, fue re lindo. Lo mejor fue que tuve ahí a mi profesor.

También tenías 15 años ¿Cómo fue la vuelta al colegio?

Me hicieron una bienvenida con un compartir, me aplaudieron todos, me hicieron desfilar -risas-. Yo estaba re dura, re tímida caminando. Todos me preguntaban cómo fue, cómo lo viví. Me re llenaba. Antes del mundial, siempre iba re triste a la escuela, pero por el mismo cansancio. Quería llorar del cansancio. Todos me vieron volver re feliz y estaban todos contentos.

Valió la pena…

Sí. Encima antes de irme me decían: “Acordate que vos vas a ganar”, y yo: “No me siento tan segura pero voy a dejar todo”. Y todos a la vuelta: “¿Viste? Yo te dije”.

En 2018 participaste y ganaste de nuevo…

Sí, fue mejor. Te cuento, la noche anterior al pesaje, siempre nos pesan un día antes de empezar la competencia, yo estuve con mis amigos de Buenos Aires. Me quedé a dormir en la casa de un amigo mientras estaba con mi mamá, nos juntamos todos ahí. Esa noche yo estaba re nerviosa, no comí nada para llegar bien y encima me faltaba. Estaba re nerviosa y no podía ir al baño. Ese día me empezaron a hacer masajes, a hacerme reír, vimos películas para que me relaje. Me relajé, fui al baño y se pusieron re contentos -risas-. Eso me gustó, estuve muy acompañada. Mis amigos de allá se hicieron el tiempo en sus trabajos para verme competir, es algo que re valoro. De acá fueron mis compañeros, la familia de mi instructor todo. Antes de competir estaba entrando en calor con formas, la primera pasada no tuve a mi Saonín atrás si no un maestro de La Patagonia pero era medio incómodo porque era el coach de la chica contra la que yo competía. Tuve con ella, la primera pasada contra Estados Unidos y gané. Después sí ya con mi Saonín y me sentí más segura, tuve más fuerzas porque sabía que estaba atrás.

Cuando ganaste, te subiste al podio con el pañuelo verde y ahí se desató la polémica…

Ay, sí...

Hay gente que elige ser políticamente correcta, ocultar lo que piensa, pasar por la vida sin emitir opinión, sin intentar cambiar ni cuestionar nada. Vos no...

Fue justo antes de lo de Diputados. Tengo una amiga en la Murga y nosotras siempre estuvimos a favor, además de mi mamá. Tuvimos bocha de bardo por bocha de gente que nos criticó por tener la opinión, así que le dije que si salía campeona me iba a subir al podio con el pañuelo. Cuando ella vio que me subí, lo publicó en todos lados y puso: “Lo prometió y lo cumplió”. Leí bocha de comentarios. Mi Saonín no sabía que subía con el pañuelo, porque tenía el Dobok y me lo tapaba. Yo me lo puse, él estaba al lado del escenario cuando me entregaron la medalla. Él no me dijo nada porque sabía mi punto ya. No sé cuál es su postura pero él respeta la mía. A la noche llegamos al hotel y ya había salido la nota. Me molestó mucho que no se haya prestado atención a que había salido campeona mundial sino a mi postura con el pañuelo. Me molestó y a varios también. Mi Saonín me llamó, nos juntó con mis compañeras y me dijo: “Mirá Lei, está todo bien pero yo no quiero que te pongas mal por los comentarios que están haciendo por lo del pañuelo. Es tu postura y yo la respeto, pero no quiero que estés mal por esto”. Le dije que no, que no me iba a poner mal porque estaba segura y que no me importaba lo que dijeran porque yo sé que no fue solo el pañuelo, fue bocha de trabajo para llegar al podio. Mi mamá siempre estuvo a mi defensa, le dijo: “Carolina te calmás y no respondés nada”. Mi mamá no contestó nada -risas-. Fue doloroso pero también mucha gente me defendió. Quizás algunos están en contra de la despenalización pero a favor de que uno se pueda manifestar. Lo re agradecí en la marcha.

Pero no leíste los comentarios ¿O sí?

Sí, a algunos les daba “Me divierte” a propósito porque lo que decían no tenía lógica -risas-. Fue como: “Piensen lo que quieran, yo tengo mi postura”.

Twitteaste: “Cada día tengo miedo de ser yo a quien estén buscando, temo no poder volver a mi casa”...

Cada día vamos desapareciendo más mujeres. Yo viví una violencia de género de cerca, más que nada por eso y por eso también tengo miedo. Por eso hoy me acompañó mi mamá también, porque me puse mal antes de salir de casa.



Igual es re lógico, vas a encontrarte con alguien, sos chica…

Me ha pasado. Una vez estaba en la parada de colectivo, paró un remís y me dice: “¿Hasta dónde vas?” y yo re inconsciente, pensé: “Debe ser amigo de mi abuelo” porque mi abuelo fue remisero. Le dije: “Hasta el 3”. Me responde: “Vamos, te llevo”, y yo: “No, está bien, me tomo el colectivo”, “Bueno, hacé lo que quieras” y yo quedé sin entender lo que acababa de pasar. Lo twittee porque me causó gracia de que me haya respondido así, mi mamá me dice: “¿Por qué no me contás esas cosas? Mirá si te pasaba algo” y ahí me di cuenta de la situación, de que capaz el chabón me subía. Fue raro. Hace unos días estaba esperando el colectivo a la noche y pasó otro remisero, como yo estaba sola había una pareja con una nena, se metió, vio la familia y se fue re rápido. Cuando me doy vuelta, estaba de nuevo, me vio, que todavía seguía la familia y se fue. No reaccioné a llamar a alguien. Justo pasó una amiga de mi mamá y me llevó, menos mal que pasó ella antes de que se fuera la pareja. Si estaba sola creo que ni la contaba. Yo sé que practico, sé dónde pegar, cómo pegar, sé defensa personal pero el momento es shockeante.

¿Qué significa para vos el feminismo?

Es una lucha de todas las mujeres que busca la igualdad de género en todo sentido. En el trabajo, en el trato, creo que buscan tener más derechos y tomar sus propias decisiones. Cada día intento deconstruirme más.

¿Te parece que las nuevas generaciones están más despiertas?

Sí, siempre lo digo. Respetamos las opiniones y posturas de nuestros papás pero también buscamos la propia. Igual en el colegio tuve problemas por el pañuelo, lo empecé a usar antes del Mundial y el primer día ya habían pegado carteles. Durante la semana siguieron más los comentarios. Le dije a una profesora que me dolía y ella dijo que sí, que lo iban a charlar. Ella también está en deconstrucción, está a favor y supe que podía confiar. Después me fui enterando que otros profesores tenían la misma postura y me sentía más segura. Resolvieron todo el problema, cuando no aguantaba más llegaba llorando a casa, eran un montón de críticas hacia mí por un pañuelo. Mi mamá me tranquilizó, toda mi familia. En la escuela empezaron a dar charlas de violencia de género y después muchos empezaron a llevar los pañuelos o pulseras, a sentirse más confiados de su postura y expresarlo. Creo que tenían miedo. Cuando egresé y abracé a esa profesora, me dijo: “Se va a caer”. Fue lo mejor que me dijeron en el egreso. Yo pude mostrar mi postura y sé que ahora las chicas de la escuela van a poder mostrar la suya sin miedo.

¿Cómo ves el futuro?

Con toda la lucha que hay, no solo en Argentina si no en el mundo, creo que vamos a tener más derechos. Creo que todo lo que se busca, se va a lograr. La gente que apoya es muy fuerte y creo que lo vamos a lograr.

 

¿Cómo te ves en 10 años? ¿Qué te gustaría hacer?

Siempre dije que yo iba a vivir solo del Taekwondo. Me veo dando clases en cualquier lado. Siempre dije que quería ir a Chile, porque me encanta, y poner mi escuela allá pero yo creo que no podría irme de Comodoro. No puedo dejar a mi instructor tampoco, él es mi pie. Siempre me dice: “Cuando te sientas segura, buscamos un salón, damos clases y empezás”. Me veo dando clases, es mi único propósito.

“¿Puedo agradecer?” Leila sonríe. Sigue: “Quiero agradecer a toda la gente que colaboró y sigue colaborando para que llegue a juntar la plata para cualquier torneo, curso o examen. A mi instructor por nunca soltarme la mano. Fue y es como mi padre marcial, si bien ahora estoy re distanciada de mi papá, él es el reflejo de lo que me hubiese gustado tener como papá. Agradecerle. Y a mi mamá que siempre me bancó y acompañó”.

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