Ciudades interculturales
Cada año en muchos países del mundo se multiplican los estudiantes y jóvenes profesionales que dejan atrás sus ciudades y pueblos natales, no solo buscando nuevas oportunidades laborales, sino experiencias de vida enriquecedoras.
Lo hacen en un mundo radicalmente distinto, y en sociedades que van mutando sus prioridades. Por eso las ciudades que eligen para asentarse "deben empatizar" con sus nuevos ocupantes, ya que no sólo las habitan, sino que de algún modo "deben ser cautivados" para permanecer en ellas.
La nueva identidad urbana de estas ciudades interculturales se construye como centros de irradiación cultural entre el arte, el entretenimiento, la moda y la creatividad. La vida cotidiana busca impulsar aspectos y valores que integren la calidad de vida, la tolerancia, la seguridad, el bienestar económico, la conectividad, la movilidad y la educación en la diversidad, entre otros.
Ciudades facilitadoras
Las nuevas generaciones globales son nómadas, desapegadas y diferentes. Buscan multiplicar experiencias de vida con la ayuda de entornos estimulantes e inspiradores.
Las ciudades interculturales deben trascender e impactar en los modelos actuales y socioculturales de vida que se establecen. A su vez, sus nuevos habitantes logran un efecto revitalizador para las ciudades, pero siendo estas facilitadoras de las inquietudes de sus flamantes residentes.
Según explicó a Infobae Silvina Schneider, consultora en estrategias para organizaciones, "nadie hoy quiere ser turista en una ciudad, quiere ser uno mismo, explotar su individualidad, pero insertado en una ciudad". Así se explican y potencian nuevos modelos de vivienda, residencia y trabajo en las urbes modernas como Airbnb, el coliving, o la vivienda compartida. O los espacios de trabajo colaborativo como el coworking, que se insertan desde esa dimensión individual".
Sólo en 2017 en Buenos Aires, el arribo de estudiantes internacionales creció un 22% (+11,1 mil estudiantes). La suba superó ampliamente a la del turismo general en Buenos Aires (+3,7%).
Los datos oficiales también marcan que el 78% de los estudiantes internacionales que llegaron a Buenos Aires y se quedaron hasta un año vinieron de América Latina; el 13% de Europa y el 8% de América del Norte.
Para Alejandro Mascó, de Masco-Renedo Consultores, hay que recordar que "somos un país de inmigrantes y venimos de una diversidad cultural en nuestro ADN, que por momentos no somos consientes". Esto explica para Mascó que "la gimnasia única de los argentinos en el proceso de adaptación". Y a partir de esta situación, "nadie concibe una ciudad y sociedad que no sea rica en diversidad de pensamiento".
El fenómeno se nota más claramente en los modelos que se imponen en los trabajos. Mascó apuntó a Infobae: "Los equipos de las organizaciones son cada vez más diversos. Con estas diferencias, es posible incluso comprender mejor a los diferentes grupos de consumidores. Las diferencias generan apertura de pensamiento, que, si estás dispuesto, desafía a las propias estructuras e impulsa a las organizaciones a crecer". Este proceso termina cambiando o fortaleciendo la identidad cultural de las ciudades a partir de estas nuevas procedencias.
Ciudades interculturales
En los últimos años, gobiernos, organizaciones y empresas han adoptado un discurso expansivo sobre la migración que implica dar la bienvenida a todos y promover los derechos de libre circulación de los extranjeros. Un proceso de igualdad y horizontalidad cultural, que enriquece , no achata. Ningún grupo está por encima del otro, se promueve la igualdad, la integración y la convivencia.
También existen los contrastes: el régimen de libre circulación de la Unión Europea (UE) sufrió un importante revés con el voto al Brexit en el Reino Unido para abandonar el bloque, un resultado fuertemente influenciado por las preocupaciones sobre la movilidad dentro de la Unión Europea. Contrariamente, en ciudades de Asia, África y especialmente Sudamérica, se está dando un notable proceso de apertura.
A diferencia de sus contrapartes en Europa y los Estados Unidos, las políticas públicas de varias ciudades de América del Sur hacen hincapié en la universalidad de los derechos de los migrantes y la ineficacia de las respuestas restrictivas a la migración.
