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La oscuridad se adueñó de la tarde y el temor volvió a instalarse en la ciudad

jueves 29 de noviembre de 2018
La oscuridad se adueñó de la tarde y el temor volvió a instalarse en la ciudad

Quizás con menos dramatismo gracias al escaso tiempo de la tormenta pero podría decirse que "la historia volvió a repetirse". Decenas de vecinos quedaron inundados por la violenta precipitación que azotó por un breve lapso diversos barrios, particularmente los de la zona sur-oeste, los mismos que el año pasado sufrieran una verdadera catástrofe como consecuencia de las lluvias.

 

El Abel Amaya, Moure, Malvinas Argentinas, 30 de Octubre, Industrial y el Juan XXIII, fueron algunos de los barrios más afectados y especialmente este último donde, además de la inundación pluvial, las calles y numerosas viviendas se inundaron de líquidos cloacales por un importante desborde que llegó a cortar la circulación del transporte público de pasajeros, ya que el sector de Chile y Congreso -en cercanías de la terminal de Patagonia Argentina- se inundó totalmente, obligando a detener el tránsito por las calles más complicadas.

El canal evacuador de avenida Roca volvió a colapsar ante el caudal de agua que llega hasta el desagüe, arrastrando además tachos, colchones, botellas y un espeso barro que hasta hizo peligrar la integridad de conductores a bordo de sus vehículos que apenas lograron alejarse de la zona, cuando ya la fuerza del torrente comenzaba a llevarse los autos más pequeños.

"La historia vuelve a repetirse" decían los mismos vecinos damnificados, con una mueca de impotencia y bronca, observando la inundación que en medio de un inusual escenario de oscuridad casi total en plena tarde, acompañada de truenos, granizo y relámpagos, volvió a destruir parte de los trabajos -que evidentemente fueron insuficientes- realizados para reparar los daños causados por la tormenta anterior.



Escenario repetido

La recorrida por parte de la Ruta 3 totalmente inundada en el Barrio Industrial, como por sectores de la Av. Chile, y sectores de las castigadas barriadas del Moure, Juan XXIII, Abel Amaya o Máximo Abásolo, más los sectores bajos de Los Tres Pinos o el ingreso desde el Malvinas Argentinas, mostraban un panorama desolador, con vecinos apurando el paso hacia sus viviendas cruzando calles inundadas, otros con palas en las manos intentando armar barreras protectoras en las puertas de sus viviendas, piedras de grandes tamaños arrastradas por las aguas en medio de las calles y los más inverosímiles restos de basura entre los que se destacaban viejos lavarropas o heladeras que "navegaban" por las avenidas de la zona Oeste.

El temor que se instala apenas comienza nublarse, principalmente entre aquellos vecinos que han perdido todo en la tormenta del año pasado, fue creciendo paulatinamente mientras avanzaba el oscurecimiento de la ciudad minutos después de las 15 -con una angustia que se potenciaba entre truenos y relámpagos-, se convirtió en verdadera desesperación a poco de iniciada la virulenta precipitación que comenzó a inundar calles, viviendas y reactivó en la memoria el desastre de lo ocurrido en marzo-abril del año pasado.

Ni los bancos de una espesa neblina que cubrió la ciudad desde la noche del martes, ni el pronóstico de precipitaciones aisladas que regía para la jornada de ayer, hacían presagiar el nuevo desastre que vuelve a afectar a quienes más lo han sufrido, los mismos que ni siquiera han podido sobreponerse de la pérdida anterior, aquellos que repiten la historia de verse víctimas de los embates de la naturaleza y de las respuestas oficiales que no llegaron a tiempo.

 

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