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Polémica por el lenguaje inclusivo divide a España

sábado 14 de julio de 2018
Polémica por el lenguaje inclusivo divide a España

Arturo Pérez-Reverte amenazó con renunciar a la RAE si se cambiaba la Constitución de ese país al lenguaje no sexista.

"Tiene usted mi palabra". Cuatro palabras bastaron al escritor Arturo Pérez-Reverte para plasmar el cisma abierto en la Real Academia Española (RAE) por una polémica iniciativa del nuevo Gobierno socialista para traducir la Constitución del país a un "lenguaje inclusivo" y no sexista.

El mediático novelista de 66 años, miembro de la RAE y tuitero conocido por sus opiniones contundentes, dio esa breve respuesta en la red social cuando un usuario le preguntó si daría "un portazo" a la RAE en caso de que avanzara el proyecto. La respuesta, entendida como afirmativa, hizo estallar el tema en la opinión pública.

La polémica comenzó a gestarse ya el martes cuando la nueva vicepresidenta del Gobierno y ministra de Igualdad, Carmen Calvo, encargó a la RAE un estudio sobre la posible adecuación de la Constitución a un lenguaje "inclusivo, correcto y verdadero a la realidad de una democracia que transita entre hombres y mujeres".

Calvo argumentó que la Constitución española se redactó hace 40 años en una sociedad muy diferente y que "hablar en masculino" traslada al cerebro "imágenes masculinas". La "traducción" del texto de la Carta Magna aprobada en 1977 podría implicar cambios tales como hablar de "la población española" en lugar de "los españoles".

La iniciativa se da en un momento particular en España, donde viene consolidándose un potente movimiento feminista reflejado en el nuevo Gobierno del socialista Pedro Sánchez, que tras asumir el cargo el 2 de junio nombró a 11 mujeres entre sus 17 ministros, recuperó la cartera de Igualdad y dio a Calvo la vicepresidencia del Ejecutivo.

Pero si el llamado lenguaje inclusivo lleva años en el foco de la controversia -el "todos y todas" cada vez más frecuente en algunos discursos políticos-, la idea de modificar la Constitución para incluirlo fue demasiado lejos, y no solo para Pérez-Reverte.

El catedrático y premio Nacional de Historia Fernando García de Cortázar vio "una perfecta barbaridad y una perfecta tontería" y el diario "El Mundo" opinó en un duro editorial sobre la iniciativa de Calvo: "No sabemos si semejante pretensión es más necia que siniestra, si se agota en el globo sonda o si solo resulta ridícula".

Los críticos recordaron que la Academia Francesa viene de posicionarse tajantemente contra el lenguaje inclusivo, que tachó de "aberración". O que la propia RAE incluye ya recomendaciones en ese sentido y califica como "desdoblamientos artificiosos e innecesarios" fórmulas como "ciudadanos y ciudadanas".

Otros, en cambio, se mostraron más abiertos a abrir un debate. "El tema está en la calle, en la prensa, en los bares. Claro que hay que echar un vistazo a la Constitución y hablar de todo", dijo al diario "El País" la escritora Soledad Puértolas, miembro de la academia.

También el propio director de la RAE, Darío Villanueva, evitó críticas al recibir el jueves el encargo del Gobierno, aunque dejó entrever que el informe de los académicos, que podría conocerse en octubre, seguirá la línea que ha venido defendiendo hasta ahora la institución.

"Estoy convencido de que esa petición no va incluir ninguna directriz", sostuvo sobre la solicitud del Gobierno. "Ellos piden un informe, pero nosotros contestamos conforme lo que a la academia le parezca que tenga que ser: un trabajo riguroso, serio y despolitizado, desde el punto de vista lingüístico y gramatical".

La RAE, que tiene ocho mujeres entre sus 45 académicos, no es ajena a la polémica sobre el lenguaje sexista. Este año tuvo que cambiar una de las acepciones de "fácil" que aplicaba el término a "mujer que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales" debido a las críticas.

"A veces parece como si se quisiera matar al mensajero. El machismo está en la sociedad y la lengua expresa la sociedad", dijo. "Jamás ejerceremos censura porque el diccionario refleja las palabras que los hablantes usan y nadie tiene autoridad para censurar esas palabras".

La nueva polémica, sin embargo, salta ahora del diccionario a la Constitución. Una señal de que, más allá de las conclusiones que presenten los académicos, la reflexión sobre el lugar de la mujer y su lucha por derribar barreras va más allá de lo lingüístico y es una seña de identidad de la España actual.

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