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China: Revolución de bicis

martes 19 de junio de 2018
China: Revolución  de bicis

Las bicicletas para alquiler se encuentran amontonadas con descuido en las veredas de Pekín formando un colorido laberinto. Los 22 millones de ciudadanos de la capital china están acostumbrados a este caos, ya que uno de cada dos utiliza esta opción de
transporte.

En primer lugar hay que sacar la bicicleta del amasijo y después hay que localizar el código QR. Después de escanear este pequeño cuadrado pixelado con el teléfono, se abre el candado. Entonces ya se puede empezar a pedalear. Una vez en el destino, se puede dejar la bicicleta en cualquier parte. 

Muchos pekineses son aficionados a las bicicletas de alquiler, como el joven Ye. Él y sus amigos se encuentran junto a una fila de 25 bicicletas amarillas.

Quieren ir a Wangfujing, donde se encuentra la calle comercial más conocida de la ciudad. “Pero la estación de subte de allí está un poco alejada de nuestro verdadero destino. A pie
 sería demasiado”, dice Ye. “Reino de las bicicletas”, así se comenzó a conocer China en los años 80. Después se produjo un rápido crecimiento económico y muchos chinos se pasaron al automóvil.



Sin embargo, hace tres años el sistema de alquiler de bicicletas sin estación fija alcanzó el éxito en China y conquistó también otras ciudades del mundo. 

En Pekín y otras grandes ciudades chinas que sufren atascos de varios kilómetros y contaminación del aire, las bicis de alquiler se han convertido en uno de los medios de transporte más importantes. 

Sin embargo, los ciclistas deben agudizar al máximo sus sentidos cuando se zambullen en el tráfico de limusinas, camiones y largos colectivos.

El sistema de bicicletas compartidas es un negocio global, con cerca de 1.000 operaciones alrededor del mundo. Se espera que para el 2020 esta industria tenga un valor de 5.900 millones de dólares. 50 millones de trayectos realizan diariamente los usuarios en China, lo que significa que cada bicicleta se usa tres veces al día. El número de usuarios a escala global de Mobike, una de las principales empresas de bicicletas de uso compartido de China, es de más de 100 millones.


En la jerarquía de las carreteras chinas, todos los demás vehículos están por encima de las bicicletas. 

Al la mínima duda, los corren de la ruta. Además, siempre deben estar atentos a las populares motos eléctricas, que son rápidas como una flecha, pero casi totalmente silenciosas. A esto se le añade que muchos chinos en las grandes ciudades no han aprendido de pequeños a andar en bici, por lo que circulan zigzagueantes entre los autos. Una masa de bicis Shi, de 26 años, utiliza este servicio de alquiler todos los días para ir al trabajo. Ella cree que el sistema es práctico, pero no entiende que muchos habitantes le obstruyan el camino.

“Mucha gente deja la bici en cualquier parte y le da igual si se cae al suelo”, se queja. 

Para disgusto de muchos habitantes, las veredas y las plazas se convierten en una jungla de ruedas y manillares. Y cuando no hay por dónde pasar, muchos pekineses se abren camino a la fuerza: lanzan las bicis hacia otro lado, las patean y las acumulan en montones.


Ye y sus amigos ya han liberado sus bicicletas. Aunque el joven puede entender que a algunos les molesten las masas de bicis, él ve otros inconvenientes. Para él los principales problemas son el reparto desigual de las bicis por la ciudad y la escasez de mantenimiento. “En muchos lugares nunca encuentro una bicicleta que funcione cuando la necesito y aquí hay un montón”, comenta mirando a su alrededor. “Pero no es así en todas partes. Así que no es tan práctico como uno puede pensar”.

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