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¿Quién detiene las andanzas de Adrián “Pollito” Barrientos, terror de los barrios Jorge Newbery y Las Flores?

domingo 03 de junio de 2018
¿Quién detiene las andanzas de Adrián “Pollito” Barrientos,  terror de los barrios Jorge Newbery y Las Flores?

El archiconocido Adrián “Pollito” Barrientos (32) sigue sembrando el terror en sectores de barrios Jorge Newbery y Las Flores.



Con una condena en su mochila por diversos hechos delictivos que lo llevaron a cumplir prisión preventiva en la Alcaidía Policial y con otras varias causas abiertas por robos agravados por el uso de armas, amenazas, arrebatos, tentativa de homicidio a un efectivo policial, y muchas más, sigue gozando de una libertad que causa terror a sus vecinos del pasaje Puerto Deseado y calles aledañas.

Es que el epicentro de su accionar es la avenida Rivadavia y calle Malvinas, límite de ambos barrios, donde los llamados a la Policía son constantes a toda hora. Por ejemplo: que sorprendió a un peatón en la vía pública o a un automovilista intimidándolo con un arma en la mano para robarle; o que le arrebató la cartera a una mujer que atinaba a caminar ya sea por las inmediaciones, como pueden ser calle Los Aromos, pasajes Río Chubut o Los Patos, alguna escalera peatonal o, un poco más al oeste aún, calle Araucarias o pasaje Quilmes, ya en barrio La Floresta.

Los llamados tanto al 101 como a las Seccionales Cuarta y Segunda se suceden a diario; y en algunos casos la Policía va muy precavida, ya que meses atrás ambas dependencias policiales fueron denunciadas por Barrientos y ante la Defensoría Pública por “hostigamiento policial”, habiendo llegado incluso a solicitar un “habeas corpus” que motivó que en su momento los comisarios Luis Mellado y Fernando Mora -hoy ocupando otros puestos superiores en la Policía del Chubut- debieran responder ante un juez penal por el requerimiento de una defensora pública por la denuncia del “Pollito”.

¿Dónde está la mano del Estado?

La situación de Adrián Barrientos es solo un reflejo de otros casos con ciertas similitudes que se han dado en toda la ciudad durante muchos años. Barrientos quedó con el apodo de “Pollito” por haber comenzado a delinquir desde que era menor de edad y, por tal condición, inimputable para la ley penal argentina.

Hubo otros casos muy similares que terminaron de manera trágica, con chicos como los hermanos de apellido Soto, cuyo padre siendo ellos niños, pedía por favor ayuda del Estado ya que no los podía controlar, y menos aún solucionar sus adicciones. Esos hermanos fueron creciendo sin la contención necesaria para salir del submundo y entorno oscuro y terminaron muy mal: uno muerto a manos de su hermano, el otro, preso.

Y de Adrián “Pollito” Barrientos -de no mediar alternativas que le iluminen el camino- se augura un final sombrío e incierto. Víctima de las adicciones que lo han atormentado desde pibe sin contención de ninguna índole, a convertirse en victimario de decenas de personas, algunas de las cuales en el pasado han desistido de acudir a una simple rueda de reconocimiento de personas que le hubieran valido otra futura condena, por temor a represalias, o bien siguiendo en su deambular por las sombras de las calles y pasajes de los barrios Jorge Newbery y Las Flores, buscando cruzarse con su próxima víctima o, tal vez y como reza el viejo dicho, “buscando la horma de su zapato”, vaya uno a saber.

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